Cuestionario Proust
Por Elena Poniatowska
-¿CUAL es el colmo de la miseria?
-El colmo es la repetición, es decir, hacer siempre las mismas cosas sin esperanzas.
-¿En dónde quisieras vivir?
-Yo creo que esa pregunta se podía contestar cuando se creía que había lugares distintos: "Me gustaría vivir en Florencia o en Venecia", qué sé yo... pero ahora todos los lugares son idénticos: lo que importa es el espacio. ¿En dónde quisiera yo vivir? Yo creo que en un espacio en el cual se pueda vivir y convivir. Pero mira, Elena, yo rechazo totalmente este cuestionario de Marcel Proust porque, además de ser narcisista y estar demasiado preocupado con el individuo, es de la Belle Époque.
-¿Y tú ya no estás nada preocupado por el individuo?
-Sí, pero no de ese modo complaciente, sino con un poco de distancia.
-Bueno, yo le sigo, ¿Cuál es tu ideal de felicidad terrestre?
-¡Ah, yo creo que el amor!
-¿Por cuáles fallas humanas sientes indulgencia?
-Por la pasión.
-¿Cuáles son los héroes de novela que prefieres?
-Don Quijote en un extremo y en el otro a Gregorio Samsa. Un loco y una cucaracha: esos son los polos de la novela.
-¿Y cuál es tu personaje histórico favorito?
-Buda, que no existió.
-¿Cómo que no existió?
-Ni siquiera sabemos lo que dijo. Buda me parece que es realmente el hombre más importante de la historia por dos razones: primero, porque es el hombre que renunció a ser Dios. Dijo: "Yo no soy Dios", y al mismo tiempo, por ese mismo acto, renunció a ser hombre. Dijo que el ideal del hombre debería ser aniquilar la conciencia, la idea de hombre.
-¿Cuáles son tus heroínas favoritas de la vida real?
-Marie-José.
(Marie-Jo se tapa la boca y brinca como niña)
-¿Cuáles son tus heroínas en la ficción?
-Pues hay varias, ¿no? Por ejemplo, como el colmo de la perversidad pero finalmente ingenua, el colmo de la perversidad filosófica, la Juliette del Marqués de Sade: la libertina que mata a todo el mundo. Y en el otro extremo, las grandes diosas del Mediterráneo y de la India. Pero no son seres de ficción o de novela.
-¿Y quién es tu pintor favorito?
-¿Antiguo? Tintoretto. ¿Moderno? Marcel Duchamp, porque no es un gran pintor sino que es más, es el colmo. Es como Buda, ¿ves? En un ámbito mucho más reducido, en el pequeño mundo del arte moderno que es aún más reducido, Marcel Duchamp realiza una experiencia parecida a la de Buda. Pudo ser un gran pintor y se rehusó a la gran pintura.
-¿Y qué chiste tiene o por qué es bueno rehusarse a la gran pintura?
-En el caso de Duchamp, porque demuestra que el artista nunca debe ser prisionero ni del arte, ni de su obra, ni de la máscara de su obra. Hay dos tipos de artistas. Por un lado, creadores como Dalí, que se han inmovilizado: lo que cuenta no es su arte, sino su persona. Dalí es un artista que se ha petrificado bajo su máscara. Hay otros artistas que piensan que la obra es lo más importante y se convierten en esclavos de su obra. Y no es cierto. Lo que importa de verdad es que la obra nos libere, inclusive de la tiranía de la obra misma.
-¿Cuál es tu músico favorito?
-Entre los modernos, me gusta sobre todo Webern. Incluso he escrito un pequeño poema sobre él. También me interesa muchísimo la música clásica india; para mí es una gran tradición. Y por último, el músico moderno que más me deslumbra es un amigo mío que se llama John Cage, un norteamericano. Es un gran poeta y se sabe reír de la música, de sí mismo y del público.
-¿Cuál es tu cualidad preferida en el hombre?
-La integridad.
-¿Y tu cualidad preferida en la mujer?
-La pasión.
-¡Pero si hace un momento, cuando te pregunté por cuáles fallas tenías la mayor indulgencia, me dijiste que por la pasión!
-Bueno, ha de ser porque yo no creo mucho en las fallas. Creo que si tengo tanta indulgencia por esa falla es que no es una falla...
-Oye, ¿y cuál es tu virtud favorita?
-El desinterés.
-¿Y cual es tu ocupación preferida?
-¿La ocupación o el placer? Como ocupación, lo que más me gusta es leer, pensar y conversar. El intercambio, ya sea con los libros, con la gente o con los paisajes.
-¿Y qué te hubiera gustado ser?
-Para mí el gran ideal son ciertos santos, algunos monjes budistas.
-Pero ¿santos ortodoxos como San Pablo, San Francisco, San Agustín, Santa Teresita del Niño Jesús?
-No. Cuando hablo de santos no me refiero al santoral, sino a santos desconocidos, santos sin nombre. A gente que ha unido la sabiduría a la acción. En Occidente hay ejemplos prodigiosos como Saint-Just o Lenin. Pero esos no son santos de mi devoción. Hay un tipo de acción más secreta. Por ejemplo, un filósofo indio que se llama Nagarjuna. Casi no sabemos nada de él, pero por lo que escribió adivinamos que en él la meditación filosófica estaba unida a la acción; no una acción social, hacia afuera, sino hacia adentro, una acción interior. La sabiduría tiene un camino para llegar a cierta impersonalidad. Nagarjuna no se proponía salvar a los demás ni salvarse a sí mismo, sino fundirse a la verdad. En Occidente tenemos otro ejemplo: Sócrates. Cuando tú me preguntas qué es lo que hubiera querido ser, te diría que discípulo de Nagarjuna o de Sócrates.
-¿Capaz de morir?
-Capaz de morir o de no morir ¿verdad? O de vivir.
-¿Y cuál es el principal rasgo de tu carácter?
-No sé. Eso yo creo que tú puedes saberlo mejor, Elena. Uno se ve muy mal. Yo creo que la pereza ¿no?
-Yo diría que tu característica es preguntar siempre: "Sí, ¿no? Pero tienes una cosa muy buena, Octavio, no eres nada impermeable ni definitivo.
-Yo no creo en los juicios definitivos. Una de las cosas que más me molesta del cristianismo es la idea del Juicio Final.
-¿Cuál es tu sueño de felicidad?
-Ya lo dije -No lo has dicho.
-Si entendemos por felicidad la "calma chicha", como dirías tú, generalmente graciosa, la eliminación del otro, entonces no hablamos de felicidad, sino de muerte. La felicidad tiene que estar hecha del juego de los contrarios. Es una tentativa, que nunca se realiza del todo, por llegar a una unión de contrarios; pero esa unión se deshace inmediatamente hay que rehacerla. En ese sentido, la felicidad es una empresa interminable, lo mismo que la metáfora poética o que la creación de una sociedad realmente humana.
-¿Y lo que quisieras tú ser?
-Lo que quisiera es lograr ser realmente. Porque uno nunca es completamente. Siempre hay una zona de vacío. En eso sí creo que Heidegger tiene razón. Una de las cosas que más me inquieta en el caso de Lévi-Strauss, es que la vida afectiva casi no tiene sitio en su sistema. Es un sistema puramente intelectual. Por otra parte, sé que Lévi-Strauss es un hombre lleno de afectividad y que su gran modelo es Rousseau, el profeta de la pasión. Es muy curiosa esta contradicción entre pasión y razón.