Centros barriales
En la ciudad de Córdoba se pone en marcha el octavo Centro de Participación Comunal, en el barrio Poeta Lugones, último capítulo de una serie que contó, en todos los casos, con el aporte creativo del arquitecto Miguel Angel Roca
Han pasado ocho años desde que se formuló la idea básica para la descentralización municipal de la capital cordobesa. Desde entonces, el intendente, doctor Rubén A. Martí, se propuso impulsar ese criterio de organización urbana apoyándose en las propuestas arquitectónicas de un coterráneo de talento probado frente a muchos desafíos: el arquitecto Miguel Angel Roca.
En 1991, se realizó un diagnóstico acerca de la ciudad y los posibles cursos de acción para alcanzar un desarrollo armónico y un comportamiento democrático. Como resultado de ese estudio, y en línea con las premisas de descentralización formuladas por los máximos dirigentes comunales, se consolidó la imagen física de los Centros de Participación Comunal (CPC).
Ahora, casi como una forma de condensar aquella idea originaria y también como culminación de un proceso que ha dado a la ciudad ocho centros barriales, acaba de terminarse la construcción del proyecto acaso más logrado de una serie que se divulgó en el país y el exterior.
El CPC del barrio Poeta Lugones, situado sobre el camino que lleva al aeropuerto, viene a configurar un portal de entrada y salida de la capital mediterránea. Por otra parte, esa imagen estaba en las intenciones del arquitecto tal como se advierte al observar su diseño.
En efecto, de un conjunto contenido en un gran cilindro de hormigón armado se desprende un muro recto que atraviesa por encima el camino de doble mano que une a la ciudad con el Aeropuerto Internacional de Córdoba. Por encima de ese muro corre una pasarela, a modo de puente, que conecta ambos lados de la ruta y permite ingresar en el CPC.
Afirma Roca que era su premisa generar un valor simbólico intenso en medio de un cuadro en el que predominan las autopistas, los híper y supermercados y galpones de diversos perfiles. Ese valor simbólico debería ser percibido por el público y también por los mismos empleados del centro.
De allí la adopción de techos metálicos que, como follajes, flotan sobre los espacios comunes de la plaza, y el cilindro-cúpula que cubre el espacio público del cuerpo administrativo.
En los ejemplos anteriores de los centros diseñados por Roca hay una imagen muy característica de volúmenes de clara geometría y significados precisos. El autor destaca los valores simbólicos asignados a volúmenes y colores, pero los ciudadanos de Córdoba ya conocen la idea de carpa atribuida a los conos blancos que aparecen en todos los CPC, o los cilindros azules que se destinan a los directores y futuros alcaldes.
En el caso que nos ocupa, todos los elementos que componen el programa de un centro están albergados por el gran cilindro envolvente.
Tal vez -tal como lo afirma una vieja sentencia- en esta ocasión uno de los cortes del proyecto reemplace a muchas expresiones escritas: en efecto, las escaleras en secuencia y la integración espacial en el sentido vertical se traducen en la inclinación de la cubierta y en la plástica final del edificio.
Los municipios cordobeses
Cuando el doctor Rubén Martí, intendente de la ciudad de Córdoba, explica los criterios que llevaron a generar los centros comunitarios, aparece una imagen de minimunicipios barriales o centros comunitarios.
Y hay que reconocer que el arquitecto Miguel Angel Roca asimiló esa idea, la corporizó y le dio imagen física. Cuando él habla de estos minimunicipios apunta a la idea política que hay detrás de lo puramente arquitectónico.
Ahora que ya están en funciones ocho CPC en otros tantos puntos de la ciudad, es un buen ejercicio sociológico verificar las condiciones de uso y las reacciones de la ciudadanía en cuanto a las posibilidades que se le ofrecen en ellos.
Las facilidades para resolver asuntos de carácter burocrático y las oportunidades de solaz cultural (exposiciones, recitales, conferencias, debates, funciones teatrales, cursos, etcétera) son paulatinamente concientizadas por la población de los distintos barrios.
Porque la política de descentralización conlleva, además, la comprensión de que la función administrativa es, en nuestro medio, inseparable de los servicios asistenciales, sanitarios, sociales, culturales y recreativos comunitarios.
Esta polivalencia se pone de relieve en el programa básico de los conjuntos edilicios que jalonan hoy los barrios cordobeses. Y es en verdad ponderable que la arquitectura haya contribuido a enfatizar esa idea.