Calamuchita: vivienda que emerge de una frondosa arboleda
Para hacer su casa, el arquitecto se inspiró en los pinos, las pircas y los campos con cultivos típicos del paisaje cordobés
Desde el Valle de Calamuchita se ve una torre que emerge entre la frondosa arboleda, sobre una de las laderas de la colina, a 1000 de altura; y desde la torre-casa se ve un campo con cultivos que diseñan un tapiz entre pircas e hileras de pinos. Este típico paisaje cordobés inspiró al arquitecto Miguel Angel Roca para diseñar su vivienda, en diálogo fluido con su entorno.
La construcción se concretó en dos etapas: en la primera se realizó un volumen horizontal, que alude a la pradera del frente, y recientemente se completó con otro vertical (la torre), como el eje de la montaña. El entorno influyó directamente en las decisiones principales. La casa sigue un eje norte-sur, paralela al valle, con vista hacia los cultivos en el Oeste, y al cerro Champaquí. Además de permitir excelentes visuales, esa orientación obedece también a razones climáticas porque permite tener sobre el frente menos sol en verano y más en invierno. "Hice un estudio muy preciso, que me llevó 10 años -explica Roca- y muchos proyectos desechados."
La construcción principal está entre la ladera y el bosque, y consiste, básicamente, en una caja de vidrio transparente que evoca las casas de cristal de Mies Van der Rohe o la de Philip Johnson. "Esos fueron los paradigmas, pero a diferencia de esas casas, los núcleos de servicios no están en el centro, sino en los cuatro vértices de este rectángulo de 15 m de frente por 5,50 m, y 2,40 m de altura. Así se mantiene la flexibilidad de esta especie de loft, que sirve como estar-comedor y dormitorio eventual."
Distribución
Los núcleos contienen cuatro habitaciones de piedra gris tipo pirca, que alojan las áreas de servicio (cocina, baño y depósito), pero también cumplen la función de columnas porque soportan formalmente dos vigas paralelas de hormigón en forma de L, que a su vez soportan los tirantes de madera y el techo de chapa prepintada.
También por las particularidades climáticas (por la altitud del lugar), con inviernos desapacibles y noches frías de verano, la caja de vidrio está envuelta por otra de madera. Esta caja de hojas plegadizas y corredizas, que permite regular las aberturas (15 m; 7,50 m o una simple ventana), brinda protección y produce la sensación de privacidad e interioridad. En tanto, la galería del frente y unos pinos situados estratégicamente refuerzan la protección solar.
La torre
La unidad principal se completa y complementa por la parte posterior con un impactante volumen vertical de 12 metros de altura, con plantas de cinco por cinco metros. La escalera exterior vidriada rodea la torre y propone un recorrido sorprendente: en las dos primeras plantas hay dormitorios; en la tercera, su estudio y, finalmente, se llega a la terraza mirador.
"A medida que se asciende -destaca Roca-, se amplía la vista del bosque posterior y de los campos cultivados del valle. Durante el día, el estar recrea interiormente el valle, por la noche la torre recrea la montaña."
Un lugar que remite a la infancia
"Me doy cuenta de que desde la parte superior de la torre, en la que me siento a leer, tengo la misma vista que cuando era pequeño y jugaba a las escondidas durante la siesta. Es una suerte de reencarnación", dice con tono revelador el arquitecto Miguel Angel Roca, acaso también con algo de añoranza. Es que como él mismo cuenta, su actual vivienda está a sólo 15 metros de ese punto de observación infantil, y de lo que fue la casa de sus padres. De ellos conserva este campo de 200 hectáreas, con cultivos y una plantación de pinos de más de 50 años; una de las bases de la economía de esta región, igual que el turismo.
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