Batman Vuelve en la oscuridad del gótico
Altísimos edificios repletos de ornamentos lúgubres como gárgolas o rostros angulares de gestos sufrientes. Catedrales de arcos apuntados, grandes estatuas, mansiones de amplios hogares y callejones oscuros. Así es el espacio que construyó Tim Burton para la versión fílmica posmoderna del superhéroe oscuro por antonomasia: Batman. Aunque la primera película, de 1989, ya utilizaba todos estos recursos visuales, en Batman Vuelve (1992), gracias a la mayor libertad que el estudio Warner le dio a Burton, pudo profundizar su carácter sombrío al agregar dos versiones psicóticas de los ultravillanos el Pingüino (Danny DeVito) y Gatúbela (Michelle Pfeiffer); ellos pelean entre sí y contra el magnate Max Shreck en una ciudad más gótica que la anterior.
Tim Burton retoma el estilo arquitectónico en una versión neo del neogótico del siglo XIX, que fue bautizado por sus contemporáneos neoclásicos para describir, peyorativamente, el estilo de los bárbaros, los godos, de la Edad Media. Después, las vanguardias estéticas de entre guerras (expresionistas y futuristas) retomarían su universo de luces y sombras.
Así es como en Batman Vuelve estos tres personajes buscan justicia, venganza, y hasta su identidad en una Ciudad Gótica al borde de la putrefacción criminal con altos rascacielos y puentes colgantes, clara referencia a la futurista Metrópolis, de Fritz Lang, y de construcciones de ángulos pronunciados como en el film más representativo del expresionismo alemán, El gabinete del Dr. Caligari , de Robert Wiene.
Ficha técnica
- Título: Batman Vuelve (Batman Returns), 1992
- Director: Tim Burton
- Guión: Daniel Waters
- Actores: Michael Keaton, Danny De Vitto, Michelle Pfeiffer y Christopher Walken
- Duración: 126 minutos
- Productor: Warner Bros.
- Dónde conseguirla: está disponible en VHS o DVD en cualquier videoclub
- Sobre el director: es verdad que el universo de Tim Burton está lleno de criaturas extrañas, monstruosas y oscuras. Pero también que este realizador tiene la virtud de mostrarlas con un dejo de tristeza que enternece al más duro de los espectadores