Asientos que se asocian con el arte
El arquitecto Ricardo Blanco, creador de la carrera de Diseño Industrial de la UBA, hoy con una muestra de sillas en la Fundación Klemm, reflexiona sobre la creatividad
"No lo sé. Fue surgiendo", responde el arquitecto Ricardo Blanco cuando se le pregunta por el momento en que decidió dedicarse a diseñar sillas. Luego de 25 años de docencia y más de 260 sillas en su haber, el creador de la carrera de Diseño Industrial de la Universidad de Buenos Aires asegura: "Hay muchísimas ideas más para hacer".
Ya tiene listo el libro que será una crónica del diseño industrial en la Argentina desde los años 40. Y hace pocos días presentó otro que resume gráficamente los 20 años de su cátedra de Diseño Industrial en la FADU-UBA.
Mientras tanto, la muestra Esto no es una silla, que se exhibe en estos días en la Fundación Klemm, reflexiona especialmente acerca de la relación entre diseño y arte a través de un conjunto de asientos que entablan un rico diálogo entre ambas disciplinas.
"Siempre he respetado muchísimo el arte y creo que el diseño tiene una dimensión artística, así como hoy día el arte tiene ciertas dimensiones del diseño, si bien diseño es diseño y arte es arte", explica Blanco a LA NACION.
-Para diseñar estas sillas recurrió a obras paradigmáticas del siglo XX de artistas como Duchamp, Picasso, Man Ray, Kosuth y, en muchos casos, invirtió la operación que hizo el artista.
-Sí, es como un juego para tratar de invertir, por ejemplo, lo que hizo Duchamp, que tomó un mingitorio y lo hizo obra de arte. Ahora que es una obra de arte lo tomo como tal y lo convierto de nuevo en un utilitario, aunque ya no es el mismo, ahora es una silla.
-¿Se trataría de una transposición que obliga a modificar las operaciones al pasar de un lenguaje, el del arte, a otro, el del diseño?
-En parte sí, pero no me aparto del diseño en cuanto a que las sillas cumplen condiciones de producción, de uso, de estructura, de soporte, en fin, todas las condiciones naturales que tiene un objeto de diseño utilitario. Aunque no se trata de poner el diseño en función del arte ni el arte en función del diseño.
-¿En qué se enriquecen el diseño y el arte, mediante esta propuesta?
-El arte ya tomó el objeto utilitario como argumento y lo hizo propio. La potencia que tiene el arte culturalmente es muy fuerte y lo puede hacer. Esto de alguna manera es una pequeña reivindicación del diseño con el arte. El diseño también puede tomar cosas del arte y usarlas en su beneficio. No es un invento mío. Lo que yo hago acá es trabajar enfáticamente sobre un elemento clásico del diseño que es la silla.
-¿Hay un afiche suyo en la muestra Afiches Lirolay 1960-1981, que se expone en este momento también en la Fundación Klemm?
-Hay algo interesante para mirar en los afiches que se exhiben en esa muestra. Algunos muestran la obra del artista como achicada, mientras que otros afiches son ellos mismos verdaderas obras. Es el caso, por ejemplo, de los afiches diseñados por Edgardo Giménez, que tomaba parte de la obra que el afiche promocionaba, pero hacía su propia obra. El afiche se volvía una obra en sí misma. Son operaciones que se van mezclando. ¿Qué es diseño gráfico? ¿Qué es arte? ¿Dónde está el límite?
A mí, personalmente, no me preocupan los límites y tampoco trato de romperlos. Creo que pensar que el diseño es una entidad ya autónoma está bien en términos de disciplina de pensamiento, pero en tanto pieza de la cultura no es autónomo, está ensamblado.
-¿Qué está viendo como tendencia en los diseñadores jóvenes en general, hay cambios?
-Va a haber muchos cambios. El diseño es una disciplina con una dinámica imposible de parar. Ya no es el hecho estético del objeto lo que importa, sino la experiencia previa y la performance posterior, es decir, lo que le pasa a la sociedad con ese objeto. Lo que le ha pasado hasta ahora, para mi gusto no se ha calibrado lo suficiente. La presión, en el buen sentido, cultural, estética, estilística, de imagen que ha generado el objeto de diseño en el mundo contemporáneo tiene una fuerza que para mí no está dimensionada, evaluada.
Por ejemplo, yo hago un ejercicio que me divierte, aunque mi mujer a veces se cansa, que es mirar las librerías y, en general, siempre hay en una vidriera una tapa de libro con una silla, un asiento. La silla siempre ayuda a representar alguna idea.
-¿Qué opina de los jóvenes diseñadores argentinos?
-Hacen lo que pueden y lo hacen muy bien cuando los dejan hacerlo y si no, lo hacen ellos. El origen del diseño en la Argentina no es por la industria, es a pesar de la industria. Hay trabajo en la industria, se mejoró un poco, pero es mucho más lo que se hace fuera de la industria, mediante autoproducción, que lo que se debería hacer.