Viena, la capital europea donde el agua fluye en abundancia
Aire puro, cascadas espectaculares y resplandecientes bosques verdes: el agua que fluye en abundancia de las fuentes vienesas tiene su origen en el corazón de los Alpes, en un entorno virgen que es el orgullo de la capital austríaca.
Mientras la sequía causa estragos en toda Europa, esta ciudad de casi dos millones de habitantes no deberá plantearse racionar el agua en décadas porque dispone de un tesoro guardado con celo.
Para descubrirlo hay que perderse en el sudeste de este país de Europa Central, en las montañas a 150 km de la capital.
Fue allí, en el seno de las regiones de Baja Austria y Estiria, que la metrópolis adquirió hace siglo y medio un santuario de 675 kilómetros cuadrados sin agricultura, ni turismo, ni industria.
En pleno calentamiento global, es una riqueza inestimable: 70 fuentes de una pureza cristalina brotan con abundancia, lejos de toda contaminación del suelo, en una zona de belleza salvaje y cerrada al público.
- Acueductos austrohúngaros -
"Unos 10.000 litros salen cada segundo y extraemos 560 para Viena", explica el guardián Johannes Zöchling, "muy orgulloso" de velar por la fuente más caudalosa, llamada Kläffer, descubierta a 655 metros de altitud.
Su agua termina en un impetuoso río llamado Salza, enclavado en un profundo y deshabitado valle.
Cavado en la roca, un túnel de 90 metros lleva hasta la majestuosa fuente subterránea, que vierte un agua a menos de seis grados que en 36 horas llegará directamente a los hogares con un tratamiento mínimo.
Un ingenioso sistema de transporte compuesto por 130 acueductos se levantó en la época del Imperio austrohúngaro para acabar con el cólera.
"Y todo estos sin una sola bomba ni la menor emisión de CO2", dice Astrid Rompolt, portavoz de "Wienner Wasser", la empresa municipal de agua.
El líquido "fluye gracias a la pendiente natural", una proeza para esa época, y genera incluso "un poco de energía hidráulica".
"Me acuerdo que unos responsables chinos vinieron a ver esto y se quedaron boquiabiertos", sonríe la portavoz junto a una de las 31 reservas azuladas del lugar, donde corretean hámsteres europeos en peligro de extinción.
En la otra punta de este sistema de canalizaciones, los vieneses son conscientes de su comodidad: este suministro excepcional les ofrece una relación calidad-precio imbatible.
Consumen unos 130 litros de agua corriente diaria --una cifra en la media europea-- por los que pagan menos de 30 céntimos de euros (igual en dólares), contra 45 céntimos en París, por ejemplo.
- Fuentes y piscinas -
Por ello alimentan sin remordimientos de conciencia fuentes, piscinas y riego automático, limitando al mismo tiempo el uso de botellas de plástico.
Cuando en las horas de más calor el sol implacable se abate en las avenidas sin árboles del centro de la ciudad, habitantes y turistas tienen acceso gratuito a 1.300 fuentes de agua potable y 175 pulverizadores.
Y los más pequeños pueden divertirse con juegos acuáticos en estanques artificiales y amplias zonas de césped.
Es uno de los elementos que ha llevado a Viena a ser reconocida varias veces por su elevada calidad de vida en clasificaciones internacionales como la realizada por "Economist Intelligence Unit", que la volvió a situar nuevamente este año en la cima de la lista.
"Ni se cuestiona privatizar este servicio de interés general", dice el adjunto del departamento de medioambiente, Jürgen Czernohorszky. "Al contrario, invertimos mucho dinero para las generaciones futuras".
Esta ciudad en pleno crecimiento ha adoptado una estrategia hasta 2050 para adaptarse a los veranos sofocantes. Viena prevé un aumento del 15% consumo y renueva 30 kilómetros de canalizaciones cada año.
Además, el acceso a agua potable está garantizado por la Constitución desde 2001, un caso único en el mundo, presume la municipalidad en su página web.
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