Rabia crece en Libia entre duras condiciones de vida y caos político
Los líderes que se disputan el poder en Libia están este sábado bajo creciente presión por las protestas en las calles, un día después de que manifestantes irrumpieron en el parlamento en medio de un estallido social que reclama por las condiciones de vida y por el caos político del país.
Los libios, muchos de ellos empobrecidos tras una década de convulsión y que ahora padecen sin electricidad el abrasador calor del verano, han enfrentado escasez de combustible y cortes de luz por más de 18 horas diarias, a pesar de que su suelo acopia una de las reservas de petróleo más grandes de África.
El país se ha sumergido en el caos y ha experimentado ciclos de conflictos desde 2011, cuando se dio un levantamiento respaldado por la OTAN en el que fue derrocado y asesinado el dictador Muamar Gadafi.
El viernes en la noche los manifestantes se tomaron la Cámara de Representantes en la ciudad oriental de Tobruk, saquearon las oficinas y prendieron fuego a parte del edificio.
Tanto en Bengazi como en la capital Tripoli, miles salieron a las calles para arengar "queremos luz para trabajar". Algunos ondearon banderas verdes alusivas al régimen de Gadafi.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, llamó a "todos los actores a abstenerse de cualquier acción que pueda minar la estabilidad", e instó al país a "unirse para sobreponerse al continuado estancamiento político", dijo en un comunicado su portavoz, Stephane Dujarric.
Las conversaciones para destrabar el estancamiento político en Libia, mediadas por la ONU esta semana en Ginebra, no lograron resultados.
Libia tenía que celebrar elecciones presidenciales y legislativas en diciembre de 2021 tras un proceso de paz liderado por la ONU después del estallido de violencia en 2020.
Pero los comicios fueron aplazados sine die por las fuertes diferencias entre rivales políticos y las tensiones sobre el terreno.
- Un año "extremadamente doloroso"-
Desde marzo, dos gobiernos se disputan el poder, uno con sede en Trípoli y dirigido por Abdelhamid Dbeibah desde 2021, y otro dirigido por Fathi Bachagha y apoyado por el Parlamento de Tobruk y el mariscal Jalifa Haftar, el hombre fuerte del este del país.
Las fuerzas de Haftar dijeron el sábado "apoyar los pedidos de los ciudadanos", pero invitaron a los manifestantes a "preservar la propiedad pública".
Jalel Harchaoui, experto en Libia, dijo a la AFP que "por más de un año, la abrumadora mayoría de esfuerzos diplomáticos y de mediación alrededor de Libia han monopolizado la idea de que haya elecciones, lo cual no pasará por al menos dos años, dado el fracaso de las negociaciones en Ginebra".
Este año "ha sido extremadamente doloroso para los libios" porque el país "importa casi toda su comida y la guerra en Ucrania ha golpeado los precios", explica Harchaoui.
El enviado de la Unión Europea en Libia, José Sabadell, explicó que los sucesos del viernes "confirman que la gente quiere un cambio por medio de las elecciones".
Sabadell llamó a los libios a protestar pacíficamente y agregó que "es necesaria una especial moderación dada la frágil situación".
Por su parte, el embajador de Estados Unidos en Libia, Richard Norland, recordó que "ninguna fuerza política individual goza de control legítimo en todo el país, y cualquier esfuerzo por imponer una solución unilateral derivará en violencia".
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