Pobreza y resiliencia en Krivói Rog, la ciudad del presidente ucraniano
La nave central del mercado cubierto de Krivyy Rig, en el sur de Ucrania, está desangelada, pero a pesar de los misiles y el desempleo, los habitantes se muestran combativos, como el presidente Volodimir Zelenski, un hijo de la ciudad.
"¿Cuánto por esta pieza (de carne)?", pregunta una anciana de moño ladeado a la carnicera, Alvina Gukasian.
"Son 150 grivnas (4 euros) pero se lo puedo dejar a 130", responde la comerciante.
La cliente se excusa con timidez: "Disculpe, no puedo permitírmelo".
Ya hace más de seis meses que Rusia invadió Ucrania y la economía se ha ido hundiendo progresivamente en Krivyy Rig: la guerra ha ralentizado fuertemente el ritmo de producción en sus seis grandes complejos industriales generando una hemorragia de empleos.
De 620.000 habitantes, 300.000 trabajaban de forma más o menos directa para los seis gigantes locales, explica el ayuntamiento.
Hoy, dos tercios de ellos están desempleados, y a ello se suma el azote de la inflación.
"La gente ya no tiene dinero", constata Alvina Gukasian. "Las abuelas y abuelos ya solo vienen para comprar huesos" para hacer sopa con ellos, lamenta.
- "Aguantamos" -
Para ayudar a los más necesitados de la ciudad, a los que se han unido 75.000 desplazados internos de la región vecina de Jersón bajo ocupación rusa, la ciudad ha distribuido cerca de 150.000 bolsas con productos de primera necesidad (aceite, cereales, conservas...), explica Olena Tereshchenko, funcionaria municipal.
Aunque algunos beneficiarios están "deprimidos", muchos "confían en su ejército" y en la victoria final, asegura.
"Comparados con Mariúpol, no tenemos nada de qué quejarnos", comenta Olena Chevchenko, aludiendo a la ciudad del sureste caída en manos de los rusos en primavera tras tres meses de devastador asedio ruso que dejó, según Kiev, al menos 20.000 muertos.
"Mentalmente es duro, pero aguantamos", explica esta quincuagenaria que ha ido a buscar una bolsa de ayuda alimentaria para un vecino.
Sus palabras responden al llamamiento cotidiano que el presidente Zelenski hace a la resiliencia.
En Krivyy Rig, su ciudad de origen, los habitantes interrogados por AFP alaban su liderazgo, cuando no repiten directamente sus palabras.
"Nos da esperanza. Creemos en él", afirma Chevchenko.
Sin embargo, la situación de seguridad se degrada por momentos en la ciudad. Mientras el ejército lleva a cabo una contraofensiva más al sur, hacia Jersón, sobre Krivyy Rig llueven los misiles rusos.
El 14 de septiembre, un avión de Moscú pulverizó una presa, inundando cientos de casas y la Universidad de Economía y Tecnología, en la que en su día estudió Zelenski.
- "Providencia" -
En los pasillos de la facultad, ni un ruido o casi: las clases son en línea, como en todos los centros escolares de la zona.
"La vida pende de un hilo", observa el rector, Andréi Сhaikan, desde el sótano de la universidad, tras la última alarma de misiles aéreos.
El responsable asegura que siente "orgullo" de que el presidente, un excómico famoso hasta su elección en 2019, "naciera y creciera" en Krivyy Rig.
"Está teniendo un papel histórico, porque ha probado al mundo que combatimos por nuestros valores".
En la sinagoga de la ciudad, que los Zelenski visitaban a veces, el rabino Liron Ederi cree que "la providencia lo envió al pueblo".
Para el vicealcalde Serguéi Miliutin, el presidente de 44 años es una alegoría de los ucranianos: "fuertes, enérgicos, que aman su país y están dispuestos a todo por protegerlo".
Desde un pequeño lago artificial donde se prepara para zambullirse, el joven Oleksander, de 12 años, no lo duda: "¡Dame un arma e iré a matar orcos (en alusión a los rusos)!", fanfarronea el chico antes de tirarse al agua.
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