Mujeres afganas que siguen trabajando pese al régimen talibán
Apartadas de la vida pública por las abrumadores restricciones al trabajo, a sus desplazamientos y a la manera de vestirse, las mujeres afganas son las que más sufren el regreso de los talibanes al poder hace un año.
Raras son las mujeres que no han perdido un familiar masculino en las sucesivas guerras. Y numerosos maridos, padres, hijos o hermanos perdieron el trabajo o vieron caer de forma drástica sus ingresos por una crisis económica cada vez más profunda.
La AFP realizó una serie de retratos en grandes ciudades afganas como Kabul, Herat o Kandahar de mujeres que tratan por todos los medios de mantener sus hogares a flote.
"En estos tiempos difíciles, mi trabajo me ha hecho afortunada", explica a AFP Shafari Shapari, una panadera de 40 años. "Mi marido está sin empleo y se queda en casa. Yo soy capaz de alimentar a mis hijos", añade.
Las mujeres se han visto apartadas de la mayoría de empleos públicos. O bien han recibido recortes salariales y la orden de quedarse en casa.
También son las primeras en ser despedidas de empresas privadas en dificultades, especialmente en aquellas que no pueden garantizar la segregación por sexos en el lugar de trabajo como exigen los talibanes.
Pero algunos puestos todavía siguen abiertos.
Rozina Sherzad, de 19 años, es una de las pocas mujeres periodistas que pudo continuar trabajando a pesar de las restricciones crecientes impuestas a la profesión.
"Pero mi familia está conmigo. Si mi familia estuviera en contra de mi trabajo, no creo que la vida continuara teniendo ningún sentido en Afganistán", señala.
Una mujer fotografiada por AFP se atrevió con la apicultura después de que su marido perdiera el trabajo.
Incluso antes del regreso de los talibanes al poder, Afganistán era un país profundamente conservador y patriarcal. Los progresos en materia de derechos de las mujeres en las dos décadas de intervención extranjera se limitaron esencialmente a las ciudades.
Las mujeres siguieron cubriéndose generalmente el pelo con fular y el burka, obligatorio bajo el primer régimen de los talibanes (1996-2001), se continuó usando ampliamente, especialmente fuera de la capital.
A principios de año, la policía religiosa ordenó a las mujeres cubrirse completamente en público, incluido el rostro.
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