A 10 años del Pebble: Eric Migicovsky, su creador, explica el fracaso del pionero de los relojes inteligentes
Este smartwatch se adelantó al Apple Watch y a los modelos de Google; fue un éxito de financiamiento colectivo, pero en 2016 la compañía fue comprada por Fitbit
Uno de los cofundadores y ex consejero delegado de Pebble, Eric Migicovsky, ha revelado los detalles de lo que falló en el plan de la compañía y el diseño de sus relojes inteligentes, lo que llevó a la venta de su negocio a Fitbit, en el 10º aniversario del lanzamiento de su campaña en Kickstarter.
Migicovsky recuerda en su blog, con un post que redactó en 2017 pero publica ahora, que el desarrollo de Pebble, pionero en entre los relojes inteligentes, comenzó en 2008 como un proyecto de amigos de la universidad. Adelantó a otros, como el Apple Watch, que se presentó en 2014 y se puso a la venta al año siguiente.
En su campaña de Kickstarter lanzada en 2012 -este lunes ha cumplido su décimo aniversario-, Pebble logró reunir 10 millones de dólares en pagos adelantados de 68.000 personas en todo el mundo.
En los años siguientes, la marca vendió 2 millones de relojes e ingresó 230 millones de dólares en ventas. A pesar de estas cifras, Pebble fue incapaz de “crear un negocio sostenible y rentable”, lo que les llevó a anunciar la compra de parte del negocio (software, firmware y propiedades intelectuales, pero no hardware) el 7 de diciembre de 2016 por 23 millones de dólares por Fitbit, empresa dedicada al desarrollo de relojes inteligentes y pulseras de actividad.
Migicovsky atribuye este fracaso a varias lecciones que asegura haber aprendido desde entonces. Por un lado, a las ventas de su versión 2.0 (Pebble Time) en 2015, que no cumplieron las expectativas (82 millones de dólares frente a los 100 millones previstos) y crearon un exceso de inventario llevando a la compañía a una “crisis de liquidez”.
Por otro, el cofundador de la empresa señala que buscando un “enorme crecimiento” intentaron expandir el rango de su Pebble Time más allá del nicho de mercado centrado en el usuario más tecnológico intentando ir también a por los aficionados al deporte y la actividad física. “No éramos una compañía centrada en el fitness”, reconoce.
Otro de los motivos es que el bisel del Pebble Time “era demasiado grande”, algo que Migicovsky intuía en su interior, pero que terminó de ignorar porque el proyecto iba muy retrasado y no tuvo “las agallas” de cambiar.
Finalmente, Migicovsky explica que en 2015 la compañía dobló sus gastos operativos anticipando un crecimiento futuro. Esto, combinado con unos menores márgenes brutos, al mismo tiempo que se intentaban implementar más tecnologías en la línea de modelos de aquel año, causó la pérdida de su rentabilidad.
En años previos, el cofundador de Pebble apunta que la compañía registró un beneficio neto de 9 millones de dólares en 2013 y en 2014 terminó en punto muerto, momento contable en el que los costes igualan a los ingresos totales por venta.
Migicovsky recuerda que en 2016 intentaron “desesperadamente” recortar gastos, retener al equipo y construir otro producto al mismo tiempo que recaudaban más fondos para, al final, terminar vendiendo la compañía. El problema “subyacente” fue, en sus palabras, pasar de fabricar algo que “sabíamos que la gente quería” a hacer un producto “mal definido” que “esperábamos que quisieran”.
En definitiva, Migicovsky reconoce que no debió hacer crecer “agresivamente” a la compañía sin estar respaldado por un plan “fuerte”. Posteriormente, en 2019, un grupo de entusiastas reunidos bajo el nombre Rebble Alliance creó un sistema operativo de código abierto para dar una segunda vida a estos relojes inteligentes.
Europa Press