Los ucranianos cavan trincheras cerca de Bajmut por si deben replegarse
Pertrechado de una pala y un cubo azul, un soldado ucraniano asoma la cabeza por un agujero y se pone a formar escalones en la tierra. Está cavando trincheras y refugios por si su ejército pierde Bajmut y debe replegarse.
Bajmut, escenario de la batalla más larga y sangrienta desde el inicio de la invasión rusa, está destruida en su mayor parte. Las fuerzas ucranianas resisten pese a todo a los repetidos asaltos del grupo paramilitar ruso Wagner y de las fuerzas de Moscú.
Después de casi nueve meses de batalla, los dos tercios de esta ciudad del este de Ucrania están en manos de los rusos. Pero si cae del todo, Kiev teme que las grandes ciudades de la región del Donbás que sigue controlando, como Sloviansk y Kramatorsk, se vean amenazadas.
A un kilómetro del frente, y mientras su compañero cava un refugio, el sargento Andrii explica su cometido.
"Estamos en la segunda línea de defensa. En caso de asalto masivo del enemigo, aquí es donde nuestros chicos vendrán a tomar posición", dice el sargento, de 23 años.
Andrii se muestra tenso, pese a la relativa calma que reina este día. Por lo general, en este tramo, "los orcos -el sobrenombre dado a los rusos- nos bombardean constantemente".
Con los pies en el barro, reconoce que su misión "es difícil". "Pero no tenemos alternativa, tenemos que mantener la defensa". dice.
A su alrededor se ven tierras arables hasta el horizonte, pero en lugar de surcos lo que hay son trincheras de más de un metro de profundidad.
"Cada trinchera está hecha para ocho soldados", explica Andrii.
De su lado del frente, Rusia ha hecho el mismo cálculo. En el este de Ucrania como en el sur, sus soldados han cavado kilómetros y kilómetros de trincheras, a buena distancia de la línea de contacto.
Y es que el Kremlin sabe que Ucrania, que resistió todo el invierno a sus múltiples asaltos, quiere lanzar una amplia contraofensiva.
- "Aquí no tenemos miedo" -
"En general, terminamos un refugio en dos semanas. Pero si llueve, nieva o nos bombardean, puede llevar mucho más tiempo En invierno, el terreno estaba congelado hasta una profundidad de un metro, era como una roca", cuenta el sargento Andrii.
Aquí todo se hace a fuerza de brazos, porque Andrii y sus hombres están demasiado cerca de las posiciones enemigas como para que los ingenieros puedan desplegar sus palas mecánicas.
Evgueni, el más joven de la unidad, asoma por una trinchera, con su cabello rubio y su cara aniñada.
Kalashnikov en mano, cuenta que fue formado al inicio de la guerra en la construcción de estas líneas defensivas, porque en una guerra donde la artillería se utiliza para destruir las líneas enemigas, la trinchera se convierte en un recurso esencial.
"Cuanto más profundo cavemos, más resistiremos", dice el joven soldado.
Cuando un primer proyectil sacude el terreno vecino, antes de que caiga una tanda de cohetes Grad, Andrii y sus compañeros se meten en el refugio.
"Aquí no tenemos miedo, estamos a dos niveles por debajo del suelo", dice el sargento desde el refugio, iluminado con lámparas de bolsillo y velas.
Un ramo de flores yace sobre una estantería, debajo de una metralleta. Hay un café calentándose, el olor es agrio y el espacio angosto.
Fuera, el ruido de las explosiones se apaga y Andrii tiene que salir de nuevo para supervisar la reanudación de los trabajos.
"Me gustaría que la guerra termine pronto", dice con un suspiro.
fv/alf/bur/avl/zm