Los moldavos vuelven a las urnas, a la sombra de Moscú
Los moldavos vuelven este domingo a las urnas, dos semanas después de la ajustada victoria del "sí" en un referéndum sobre la UE, para confirmar o cuestionar ese resultado en una elección presidencial dominada por temores de injerencia rusa.
La jefa del Estado saliente, Maia Sandu, una ferviente prooccidental de 52 años que dio la espalda a Moscú tras la invasión rusa de Ucrania, se enfrenta a Alexandre Stoianoglo, un exfiscal respaldado por los socialistas prorrusos.
Los analistas pronostican una reñida batalla en este país de 2,6 millones de habitantes, similar a la que se vivió en las legislativas del fin de semana pasado en Georgia, otra exrepública soviética, donde el partido gobernante se impuso por estrecho margen.
Y en ambos casos, bajo fuertes temores de injerencia de Rusia, que desmiente cualquier interferencia.
Sandu, de 52 años, obtuvo en la primera vuelta el 42,5% de los votos, frente a un 26% para Stoianoglo, de 57 años. Pero este último puede contar con el apoyo de varios candidatos menores.
Los colegios electorales abrirán a las 07H00 locales (05H00 GMT) y cerrarán a las 21H00. Una hora más tarde deben empezar a publicarse los primeros resultados parciales.
- El "voto honesto" -
El "sí" se impuso apenas con un 50,35% de los votos en el referéndum sobre la inclusión en la Constitución moldava del proyecto de adhesión a la Unión Europea (UE).
El bando presidencial atribuyó la estrecha victoria a compras masivas de votos y, para tratar de evitar que eso vuelva a ocurrir este domingo, intensificó su campaña en redes sociales y los pueblos.
La presidenta Sandu afirmó que ese resultado representaba un "primer paso", logrado en "combate injusto" y que ahora había que "ganar las elecciones del domingo" para "poner rumbo a la integración europea en 2030".
Las negociaciones de adhesión se abrieron formalmente en junio de este año.
En su último mensaje de campaña, Sandu, una execonomista del Banco Mundial, llamó a la movilización del "voto honesto".
"No se dejen engañar por estafadores", reiteró en los últimos días.
"Si alguien le ofrece dinero para votar contra un candidato, rechácelo", advierte la policía en mensajes enviados por teléfono o transmitidos por altavoces en los supermercados.
Stoianoglo, por su lado, hizo campaña con un lenguaje sin asperezas y con un vocabulario en el cual las palabras rusas se entremezclan con la lengua oficial rumana. Insistió sobre todo en la necesidad de una política exterior equilibrada, que "no divida a la sociedad".
De hecho, el país está extremadamente polarizado.
En la capital, Chisinau, y en la diáspora predominan los simpatizantes de la causa europea; en las zonas rurales, así como en la zona separatista de Transnistria y en la región autónoma de Gagaúzia, están más volcadas hacia Rusia.
- Campañas de desinformación -
Acsenia, una jubilada de 56 años en Chisinau, lamenta que "los resabios soviéticos sigan impregnando tan a fondo" a esta exrepública soviética, independiente desde 1991.
"Confío en Maia Sandu para guiarnos por el buen camino, junto a las potencias europeas grandes y libres, lejos del tipo de dictadura que algunos tratan de imponernos", agrega la mujer, que pidió no ser citada por su apellido.
Pero otros, como Zinovia Zaharovna, de 75 años, se niegan a fusionarse con la UE e insisten en la necesidad de mantenerse "independientes".
"Muchos [moldavos] temen también verse arrastrados a la guerra" y por eso preferirán "un candidato que mantenga buenas relaciones con Moscú, ya que consideran que es una garantía de que no serán atacados", dijo a AFP Andréi Curararu, del laboratorio de ideas WatchDog.
La votación es seguida con atención por la UE y por Estados Unidos, preocupados por la posibilidad de que Rusia la perturbe.
La policía moldava reportó entre las dos vueltas importantes campañas de desinformación por correos electrónicos falsos y amenazas de muerte, así como "un ataque virulento", según el primer ministro Dorin Recean, destinado a "sembrar el pánico" y disuadir a los electores de acudir a las urnas.
Moldavia está "pagando un alto precio" por su decisión de cortar lazos con Rusia, subraya el experto de WatchDog.
"La presión es inaudita y el dinero gastado en estas actividades desestabilizadoras es colosal", agrega.
El objetivo de esas campañas, asegura, es volver a colocar a Moldavia "en la órbita de Rusia".
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