Los migrantes venezolanos superarán los siete millones en 2022, fruto de una crisis que "sigue agravándose"
Naciones Unidas y sus socios piden cerca de 1.600 millones de euros para atender la emergencia migratoria
MADRID, 9 Dic. 2021 (Europa Press) -
Las necesidades de los migrantes y refugiados venezolanos requerirán en 2022 de 1.790 millones de dólares (unos 1.581 millones de euros), según un plan de respuesta humanitario lanzado este jueves por la ONU y que antecede un año donde previsiblemente se alcanzará el umbral de los siete millones de expatriados, ya que "la situación dentro de Venezuela parece seguir agravándose".
El enviado especial de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) para esta crisis, Eduardo Stein, advierte en una entrevista a Europa Press de que "la población sigue saliendo" de Venezuela, tanto por vías formales como informales --las conocidas como 'trochas'-- y pese a los límites a la movilidad debido a la pandemia de COVID-19.
Aunque no hay "forma científicamente fiable" de saber cuántas personas continúan saliendo de Venezuela, "cálculos informados" apuntan hasta 15.000 salidas diarias, de las cuales alrededor de 13.000 corresponderían a "poblaciones pendulares", es decir, a ciudadanos que abandonan temporalmente el país --principalmente hacia Colombia-- para obtener insumos básicos.
"Entre 1.000 y 2.000 personas sí se quedan fuera", explica Stein. Este goteo constante ha llevado a que en 2021 ya haya más de seis millones de migrantes venezolanos y, si la tendencia persiste, "para finales de 2022 se habrá superado la cifra de siete millones", con seis millones de ellos asentados en países de América Latina.
La crisis parece enquistada y eso también se nota en unas personas que llevan "hasta cinco años" fuera de Venezuela y que, como resultado de la pandemia, han podido verse forzadas a migrar nuevamente hacia otros destinos, en busca de un sustento económico que no siempre llega en su primera parada.
Stein señala que un sondeo realizado hace ya dos años demostró que "la mayoría de venezolanos que habían salido para insertarse en comunidades de acogida en otros países no tenían intención de volver en el corto plazo". Aunque la situación cambiara, los retornos tampoco serían inmediatos ya que, por lo que se sabe de otros contextos, podrían tardar "al menos dos años" o no llegar nunca.
Apostar por la inserción
La duración de este "tremendo éxodo" hace que la ONU haya pasado de un enfoque "estrictamente" humanitario a otro que incluye también llamamientos en favor del desarrollo de las comunidades de acogida y de la inserción económica de los migrantes, algo que, según Stein, debe llevar aparejado la regularización.
"La población venezolana puede contribuir al desarrollo de las comunidades de acogida", añade el representante de la ONU, que llama a aprovechar el lado "positivo" de la llegada de migrantes y a contener discursos que puedan estigmatizarlos, caldo de cultivo para la xenofobia.
A la ONU le "preocupa" que haya políticos que utilicen "abusivamente" la crisis migratoria venezolana para cuestionar a gobiernos en ejercicio y agitar el "rechazo" entre las poblaciones de acogida. En este sentido, Stein teme por los efectos colaterales que pueda conllevar la "inestabilidad" política en América Latina.
Conferencia de donantes
Para 2021, la ONU reclamó 1.440 millones de dólares en su plan de respuesta humanitaria y, de esta cantidad, recaudó en torno al 43 por ciento, a pesar del "éxito" de iniciativas como la conferencia de donantes auspiciada por Canadá. Para 2022, Stein espera también que se celebre un foro similar, en un país aún por concretar.
Los 1.790 millones de dólares reclamados para 2022 cubrirían la labor de 192 organizaciones, desde agencias de Naciones Unidas hasta ONG, y servirían para apoyar las crecientes necesidades de los refugiados y los migrantes de Venezuela y sus comunidades de acogida en 17 países de América Latina y el Caribe.
Los programas incluyen intervenciones de salud, alojamiento, alimentación, agua, saneamiento e higiene (WASH, por sus siglas en inglés), así como la integración a largo plazo y el desarrollo de las zonas de llegada aludidos por Stein, que no anticipa grandes cambios mientras "los niveles de escasez internos en Venezuela" siguen siendo los mismos".