Los activistas climáticos británicos, divididos sobre la necesidad de acciones radicales
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¿Acciones contundentes o movilización educada? En el Reino Unido, la decisión de Extinction Rebellion (XR) de poner fin a sus operaciones espectaculares reabrió el debate sobre la actuación de las organizaciones ecologistas, algunas de las cuales defienden la radicalidad frente a la emergencia climática.
Tras decenas de bloqueos de carreteras y reservas de petróleo, XR anunció el 1 de enero que pondría fin a estas acciones y se concentraría en organizar una gran manifestación contra la inacción del gobierno el próximo abril.
Creada en 2018 sobre el principio de utilizar la desobediencia civil en la lucha contra el cambio climático, la organización multiplicó las acciones de choque para sensibilizar a la opinión pública, suscitando también hostilidad de una parte de la población.
Desde entonces, se vio superada por grupos aún más radicales, como Just Stop Oil, creado a principios de 2022, o Insulate Britain, que lucha desde 2021 por el aislamiento de las viviendas del país.
La primera atrajo los focos en octubre, cuando varios activistas rociaron con sopa de tomate el famoso cuadro "Los girasoles" de Van Gogh, en la National Gallery de Londres, en el marco de un mes de movilizaciones.
Ambas respondieron rápidamente al anuncio de XR.
"Estamos en 2023 y nos precipitamos a gran velocidad a la pérdida de una sociedad civil ordenada, con un clima extremo que afecta a decenas de millones de personas y nuestro país se vuelve irreconocible", comentó Just Stop Oil, llamando a pasar de la "desobediencia a la resistencia civil".
Para Insulate Britain, las actuales huelgas de enfermeras y ferroviarios demuestran que "la disrupción es esencial para exigir los cambios que los gobiernos no quieren o tienen demasiado miedo de aplicar".
Sus activistas "están dispuestos a seguir arriesgándose a ser enviados a la cárcel" por sus acciones, añadió el grupo en un comunicado enviado a la AFP.
Unos 20 miembros de Just Stop Oil y diez de Insulate Britain estaban en prisión a finales de 2022.
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En opinión de James Ozden, fundador del Social Change Lab, XR "ve que su estrategia está llegando a sus límites", ya que "no ha habido ningún avance claro en la política climática o en la opinión pública como el logrado en 2019", cuando realizó sus primeras acciones a gran escala en el Reino Unido.
Este cambio de estrategia, que aún no han seguido sus ramas en otros países, se produce también en un momento en que el gobierno británico está tomando medidas enérgicas contra lo que denomina tácticas de "guerrilla".
Así que tal vez sea "una forma de intentar involucrar a más gente con menos riesgos", afirma Oscar Berglund, investigador de política pública y social internacional de la Universidad de Bristol, aunque, según Ozden, "muchos activistas están extremadamente comprometidos y dispuestos a asumir las consecuencias legales de sus actos".
"Tenemos nuestras tropas pero necesitamos más gente, necesitamos personas que quizá no se sientan cómodas siendo detenidas", declaró el miércoles a ITV Marijn Van De Geer, portavoz de Extinction Rebellion.
Al posicionarse como una "organización moderada", XR podría "recabar más apoyos", aunque sus reivindicaciones sigan siendo mucho más radicales que las de oenegés históricas como Greenpeace o el WWF, "que trabajan más con las élites políticas y económicas", analiza Ozden.
Sin embargo, no está dispuesta a cesar las protestas.
"No vamos a detener la acción directa, pero apuntaremos a los pilares del poder. No perturbaremos más a la población", dijo Van De Geer.
Los repetidos bloqueos de las principales carreteras de Londres por activistas de Just Stop Oil en otoño enfurecieron a muchos británicos y convirtieron a los grupos de desobediencia civil en el blanco de los medios de comunicación conservadores.
Pero, ¿funcionará la apuesta de sacar a 100.000 personas a la calle el 21 de abril? "Un movimiento de masas no es algo que pueda decidirse con un chasquido de dedos", pero "son buenos organizadores con mucha experiencia", afirma Berglund.
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