La lucha de las combatientes ucranianas en Mikolaiv
El mismo día que Rusia invadió su país, Svitlana Taranova lo tuvo claro y se enroló en el ejército ucraniano en su ciudad, Mikolaiv.
"A las 11 de la mañana del día 24 de febrero mi contrato con la defensa territorial ya estaba firmado", dice esta ex empleada de la construcción, de más de 50 años.
"No fue un sacrificio. Era la única decisión posible", asevera.
Mikolaiv, en el sur de Ucrania, se vio rápidamente amenazada después de que Jersón, situada 70 km al este, fuera tomada por las fuerzas rusas.
El ejército ruso necesitaba entonces tomar Mikolaiv para tratar de avanzar hacia Odesa, una importante ciudad portuaria del sur de Ucrania a orillas del mar Negro.
De manera que los rusos empezaron metódicamente a bombardear Mikolaiv con su artillería.
Taranova, actualmente en la infantería, se vio en varias ocasiones enfrascada en combates con las tropas rusas. Durante el mes de octubre, la ciudad fue bombardeada casi cada noche.
"Al principio me daban terror las bombas de racimo, y mi corazón se paraba un momento cada vez que estallaba una", recuerda.
Pero el miedo dio paso a la determinación.
"Ya no siento que tenga que esconderme. Todo lo que quiero es venganza".
- "Alimentamos a los soldados" -
Mientras Taranova daba batalla contra los rusos en los combates, otras mujeres contribuyeron de otras maneras, según descubrió un equipo de AFP.
"Aquí también damos batalla. Alimentamos a los soldados", cuenta Svitlana Nichuk, empleada de una panadería de 41 años.
En el momento de encontrarse con AFP, esta mujer estaba ayudando a despejar los cascotes de un viejo bloque de apartamentos en el centro de la ciudad. La panadería, en la planta baja, fue destruida.
Julia, una vecina de la zona, dice que su apartamento fue golpeado tres veces por los bombardeos.
Esta informática treintañera abandonó la ciudad con su hija en busca de una tranquilidad relativa en el oeste de Ucrania. Pero regresa con regularidad a Mikolaiv, para entregar coches o material militar a los combatientes.
En otro barrio de la ciudad, Julia Kirkina, musicóloga, canta y toca el piano en un restaurante cada viernes.
"La música es uno de los mejores remedios para el alma", afirma. "Mi terapia musical ayuda a la gente a mantener la tranquilidad y ser optimista".
Mikolaiv ha estado bajo el fuego de la artillería rusa 262 días, con apenas 50 días de respiro, según las autoridades locales.
El 13 de noviembre, Jersón fue recuperada por las tropas ucranianas, por lo que Mikolaiv dejó de encontrarse en la línea del frente.
Por entonces, 150 de los residentes de la ciudad habían muerto y 700 habían resultado heridos.
Entre 300.000 y 500.000 personas habían huido de la ciudad. El 80% de ellas eran mujeres, lo que convirtió Mikolaiv en una localidad habitada por hombres en una inmensa mayoría.
En total, millones de mujeres ucranianas huyeron de sus casas desde el inicio de la invasión rusa el 24 de febrero, escapando entre otras cosas de lo que Naciones Unidas calificó en un informe reciente de un "aumento alarmante de violencia basada en el género", señalando casos de violaciones y agresiones.
- "No les da tiempo a tener pánico" -
Con todo, muchas mujeres se niegan a verse a sí mismas como víctimas, apunta la psicoanalista Irina Viktorovna. "No les da tiempo a tener pánico", apostilla.
La amenaza militar está de momento lejos, pero la vida sigue siendo muy precaria, tal como dijeron por teléfono a AFP varios residentes.
Al igual que en otros puntos del país, los cortes en el suministro de agua y electricidad son habituales, ya que Rusia ha bombardeado en numerosas ocasiones las infraestructuras civiles ucranianas.
Alexandra Savitska, que antes trabajaba como peluquera, no ha vuelto a su antiguo trabajo. En lugar de eso, gestiona junto con su marido una oenegé que reparte comida y otros bienes básicos a soldados y civiles.
En un video en su cuenta de Instagram puede verse a esta mujer de 25 años en Jersón, con un casco y un chaleco militar, después de entregar productos de higiene y alimentos.
"Mi vida ha cambiado radicalmente", dice a AFP por teléfono. "Antes me dedicaba a poner guapas a las mujeres. Ahora soy una voluntaria. Y ese es mi trabajo".
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