La brecha en el precio de la electricidad lastra las economías del sudeste europeo

Por Angeliki Koutantou, Forrest Crellin y Edward McAllister

ATENAS/PARÍS, 7 ene (Reuters) - Para el propietario de un restaurante de Atenas, Christos Kapetanakis, el alquiler siempre ha sido alto, pero ahora se enfrenta a lo que él llama "un segundo alquiler", ya que el aumento de las facturas de electricidad reduce drásticamente los beneficios y le obliga a subir los precios.

Kapetanakis paga entre 3.000 y 3.800 euros (entre 3.083 y 3.905 dólares) al mes en electricidad, un 40% más desde que Rusia invadió Ucrania en 2022 y desencadenó una crisis energética europea. La electricidad solía suponer el 3% de la facturación mensual y ahora es más bien el 15%, dijo.

"El continuo aumento de los precios, especialmente en el sector turístico... llevará a Grecia a ser menos competitiva en comparación con otros países mediterráneos", dijo desde su restaurante en el histórico barrio de Plaka. Su situación se repite en todo el continente desde que la guerra de Ucrania interrumpió el suministro de gas por gasoducto ruso a Europa y obligó a países como Grecia a buscar alternativas más caras. Pero el sudeste de Europa ha sentido el impacto mucho más que el noroeste. Los expertos afirman que esta situación se agravará con la llegada del invierno y repercutirá en el crecimiento económico.

En agosto, los precios al por mayor de la electricidad en Grecia e Italia eran 12 veces superiores a los de los países nórdicos, e incluso eclipsaban a los de otros países del sur de Europa que estaban experimentando un clima caluroso.

EL MÁS ALTO DE LA UE Desde 2021, Grecia ha gastado 11.000 millones de euros en subvenciones energéticas para intentar proteger a los clientes. En 2022, el gasto ascendió al 5,3% del PIB, con diferencia el más alto de la UE y el doble que el del segundo clasificado, Italia, según la consultora energética Enerdata, con sede en Francia. A pesar de los esfuerzos de Atenas por proteger a los ciudadanos de las subidas del coste de la energía, la situación ha agravado una crisis del coste de la vida en Grecia tras la crisis de la deuda de 2009-18, que recortó salarios, pensiones e inversiones en producción de energía y transporte.

"El aumento de los precios de la energía y su impacto negativo en el PIB son una tautología", afirma Nikos Magginas, economista del Banco Nacional de Grecia. "El aumento de los precios repercute negativamente en el consumo de los hogares y en la estructura de costes de las industrias, las aerolíneas y el transporte marítimo". Gran parte del contraste entre el sureste de Europa y sus vecinos se reduce a la inversión. Mientras que el noreste cuenta con tendidos eléctricos y gasoductos que facilitan la transferencia de energía entre naciones, así como con una fuerte combinación de fuentes renovables, gran parte del sureste europeo está fragmentado y aislado. El almacenamiento de energía, cada vez más importante en los países del norte de Europa, es inexistente en partes del sureste. Alemania tiene 1.668 megavatios (MW) de capacidad de almacenamiento a gran escala, frente a ninguno en la Grecia continental, según datos de LCP Delta, una consultora energética de Edimburgo.

"El sureste de Europa y los Balcanes carecen de interconexiones (eléctricas). Cuando hay escasez de energía y la producción de renovables es baja, tienen dificultades para importar los volúmenes necesarios", afirma Henning Gloystein, responsable de energía, clima y recursos de Eurasia Group.

En cambio, la generación de energía renovable en España se ha disparado en la última década, en parte gracias a la financiación de la UE. En el primer semestre de este año generó casi el 60% de su electricidad a partir de energías renovables, frente al 51% del año anterior.

"Si no se invierte, los precios de la energía seguirán altos", dijo Gloystein.

(1 dólar = 0,9730 euros)

(Información de Angeliki Koutantou y Edward McAllister en Atenas y Forrest Crellin en París; información adicional de Lefteris Papadimas en Atenas y Fatos Bytyci en Pristina; redacción de Edward McAllister; edición de Jason Neely; edición en español de Mireia Merino)

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