La arqueología, la disciplina que mira al pasado para comprender mejor el cambio climático
Un equipo internacional de antropólogos, geógrafos y científicos de la tierra de Canadá, Estados Unidos y Francia dirigido por la antropóloga de la Universidad de Montreal Ariane Burke, han utilizado la arqueología para confirmar su teoría de que el pasado informa al futuro sobre el cambio climático.
En un artículo publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', la profesora Burke y sus colegas defienden una nueva disciplina en evolución denominada "arqueología del cambio climático".
Se trata de una ciencia interdisciplinar que utiliza los datos de las excavaciones arqueológicas y el registro paleoclimático para estudiar cómo los seres humanos interactuaron con su entorno durante los cambios climáticos del pasado, como el calentamiento que siguió a la última edad de hielo, hace más de 10.000 años.
Los científicos esperan identificar los puntos de inflexión en la historia del clima que llevaron a las personas a reorganizar sus sociedades para sobrevivir, mostrando cómo la diversidad cultural, una fuente de resistencia humana en el pasado, es igual de importante hoy en día como baluarte contra el calentamiento global.
"La arqueología del cambio climático combina el estudio de las condiciones ambientales y la información arqueológica --explica Burke, que dirige el Grupo de Investigación sobre Dispersión de Homínidos y el Laboratorio de Ecomorfología y Paleoantropología--. Lo que este enfoque nos permite hacer es identificar el abanico de retos a los que se enfrentaban las personas en el pasado, las diferentes estrategias que utilizaban para afrontar estos retos y, en última instancia, si tenían éxito o no".
Por ejemplo, el estudio del rápido calentamiento que se produjo entre 14.700 y 12.700 años atrás, y la forma en que los humanos lo afrontaron, tal como se evidencia en el registro arqueológico, puede ayudar a los especialistas en clima a modelar los posibles resultados del cambio climático en el futuro, asegura Burke.
Su artículo ha sido realizado junto con el antropólogo de la UdeM Julien Riel-Salvatore y sus colegas de la Bishop's University, la Université du Québec à Montréal, la Universidad de Colorado y el CNRS, en Francia.
Históricamente, personas de distintos ámbitos han encontrado diversas formas de adaptarse al calentamiento de su clima, y éstas pueden informar al presente y ayudar a prepararse para el futuro, afirman los investigadores.
Por ejemplo, las prácticas agrícolas tradicionales -muchas de las cuales se siguen practicando hoy en día- son alternativas válidas que pueden utilizarse para rediseñar la agricultura industrial, haciéndola más sostenible en el futuro, afirman.
Las culturas indígenas tienen un papel importante a la hora de enseñarnos cómo responder al cambio climático; en el Ártico canadiense, por ejemplo, los indígenas tienen un conocimiento detallado del medio ambiente que es clave para planificar una respuesta sostenible, resalta Burke.
"Del mismo modo, los agricultores indígenas de todo el mundo cultivan una gran variedad de tipos de cultivos que no responderán todos de la misma manera a las condiciones climáticas cambiantes --añade--. Están preservando la diversidad de cultivos en la cadena alimentaria mundial y, si los principales tipos de cultivos de los que dependemos actualmente fallan, esta diversidad podría resultar un salvavidas".
Otro ejemplo es la readopción en el noreste de Norteamérica de la agricultura de multicultivos basada en las "tres hermanas": maíz, calabaza y judías. "Hay modelos arqueológicos para ello --apunta Burke--, y la cuestión es utilizarlos para idear formas de cultivo más sostenibles y a escala local que garanticen la seguridad alimentaria en los años venideros".