Járkov recobra a su pesar su protagonismo histórico en el pulso entre Ucrania y Rusia
La ciudad ucraniana de Járkov, la segunda más poblada del país, se ha convertido en uno de los principales objetivos de la ofensiva militar desencadenada por Rusia el 24 de febrero, que ha incluido ataques con artillería contra zonas del centro de la localidad, incluidos edificios administrativos y las sedes de la Ópera y la Filarmónica.
Járkov, conocida como Járkiv en ucraniano, tiene una población de cerca de 1,5 millones de personas --en su inmensa mayoría de habla rusa y con lazos con el país vecino-- y se encuentra apenas a 40 kilómetros de la frontera con Rusia, lo que la ha convertido en uno de los principales centros de los combates desde el inicio de la invasión junto a la capital, Kiev.
Si bien las fuerzas rusas aseguraron el domingo haberse hecho con el control de la ciudad, pocas horas después las autoridades ucranianas aseguraron que estaban firmemente en control de la misma, en una muestra de la resistencia del Ejército ucraniano y las milicias populares ante una ofensiva que Moscú esperaba que fuera fulgurante en esta ciudad.
Pese al varapalo que supuso esta tardanza a la hora de entrar en la ciudad, las fuerzas rusas han mantenido su ofensiva e incluso la han recrudecido desde el lunes, cuando al menos una decena de personas murieron en ataques con artillería. Este martes, un proyectil ha impactado en un edificio administrativo en el centro de la ciudad, lo que ha sido tildado de "crimen de guerra" por el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
La ciudad supone un punto clave para el Ejército ruso para establecer una punta de lanza en el este, especialmente ante las dificultades para penetrar en Kiev, y cerrar el frente desde las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk --reconocidas como independientes por Moscú la semana pasada-- y la península de Crimea, anexionada en 2014.
Las semanas previas a la invasión ya fueron un preludio de la relevancia de Járkov en los planes militares rusos, debido al despliegue de miles de efectivos en Belgorod, a menos de dos horas de carretera de la ciudad, si bien Moscú esperaba una menor resistencia debido a que la mayoría de la población es rusófona y contaba con que sus fuerzas serían bien recibidas en el marco de la invasión.
Sergey Kudelko, director del Centro Etnográfico Regional, destaca en un artículo en la página del Ayuntamiento de Járkov que la historia de la zona se retrotrae al siglo VIII, cuando los eslavos fundaron un asentamiento llamado Donets en el lugar que posteriormente ocuparía la actual ciudad, que, según la mayoría de los expertos, recibió posteriormente su nombre del río Járkov.
Finalmente, el zar de Moscú Aleksei Mijailovich emitió un decreto sobre la creación de Kárkov, cuyo nombre aparece referenciado por primera vez en un documento en el decreto del zar sobre la construcción de las fortificaciones de la localidad en marzo de 1656. Durante el siglo XIX pasó a ser un importante centro comercial e industrial, convirtiéndose en uno de los principales centros del Imperio Ruso.
De hecho, la relevancia de la ciudad queda escenificada en que acogió desde 1886 el primer museo provincial de Rusia y por la apertura en 1805 de la Universidad de Járkov, mientras que Kudelko destaca que "durante la guerra civil Járkov sobrevivió al terror rojo de los bolcheviques y la rebelión del Ejército de (Anton) Denikin --uno de los principales líderes del Ejército Blanco--", después de la irrupción de estos últimos desde la región del Donbás y el territorio de la actual Rusia.
Asimismo, las fuerzas soviéticas lanzaron desde Járkov una ofensiva contra Kiev para aplastar su intento de independencia para establecer un Estado ucraniano, lo que fue citado por el presidente ruso, Vladimir Putin, en un ensayo histórico publicado en julio de 2021 como un ejemplo de los fallidos intentos "de formaciones cuasi estatales que surgieron en el antiguo Imperio ruso" para establecer un país independiente.
Posteriormente, Járkov fue elegida como la primera capital de la nueva república soviética de Ucrania --título que ostentó entre 1920 y 1934--, mientras que durante la Segunda Guerra Mundial fue objetivo de una gran ofensiva de la Alemania Nazi que provocó que su control cambiara de manos en varias ocasiones hasta la victoria final de la Unión Soviética tras cerca de 21 meses de ocupación que dejaron más de 256.000 civiles muertos, incluidos miles de judíos ejecutados gracias a la colaboración de parte de las autoridades locales.
En su historia más reciente, la ciudad fue controlada por separatistas en el marco de las protestas que derrocaron en 2014 al entonces presidente, Viktor Yanukovich --quien de hecho huyó a Rusia a través de esta ciudad--. Así, llegó a anunciarse la creación de la República Popular de Donetsk, si bien, y en contra de lo que ocurrió en Donetsk y Lugansk, volvió a control de las autoridades ucranianas.
La "unidad histórica", según putin
En el citado ensayo publicado por Putin en julio de 2021, publicado 'Sobre la unidad histórica de los rusos y los ucranianos", el presidente ruso incidió en que "los rusos y los ucranianos son un pueblo, una totalidad" y apuntó que "el muro que ha surgido en los últimos años entre Rusia y Ucrania, entre partes de lo que es esencialmente el mismo espacio histórico y espiritual, es un gran fracaso y una tragedia común".
"Es, ante todo, la consecuencia de nuestros propios errores en distintos periodos, pero también el resultado de esfuerzos deliberados por parte de fuerzas que siempre han intentado socavar nuestra unidad", arguyó Putin, quien en los días previos y posteriores a la invasión ha reiterado estas afirmaciones sobre un pasado común para justificar la ofensiva.
"La fórmula que aplican es conocida desde tiempos inmemoriales: divide y vencerás. No hay nada nuevo, por lo que los intentos para poner en marcha la 'cuestión nacional' y sembrar la discordia entre el pueblo busca dividir y enfrentar a partes de un mismo pueblo contra otras", manifestó el presidente en su texto, publicado por el Kremlin en su página web.
De esta forma, subrayó que "rusos, ucranianos y bielorrusos son descendientes de la Antigua Rus, que fue el mayor Estado en Europa" y agregó que "eslavos y otras tribus de este vasto territorio (...) estuvieron unidos por un lenguaje, lazos económicos (...) y la fe ortodoxa", antes de recordar que posteriormente "sufrió un declive" y una fragmentación intensificada por la invasión mongol.
Putin sostuvo que "el nombre de Ucrania era usado a menudo como significado de la antigua palabra rusa 'okraina' (periferia)" y apuntó a la incorporación de Crimea en el siglo XVIII tras varias guerras con el Imperio Otomano, cimentando las exigencias históricas rusas sobre esta península, anexionada pese a la ausencia de reconocimiento internacional.
Posteriormente, indicó que "la idea del pueblo ucraniano como una nación separada de los rusos empezó a ganar peso entre las élites polacas" y argumentó que "no hay base histórica" para ello, antes de incidir en que "la Ucrania moderna es un producto de la era soviética" que fue "modelada, en parte significativa, en territorios de la Rusia histórica".
"Nunca permitiremos que nuestros territorios históricos y la población cercana a nosotros que vive allí sea usada contra Rusia y me gustaría decir a los que asuman estos intentos que de esta forma destruirán su país", recalcó Putin, quien manifestó que "la verdadera soberanía de Ucrania sólo es posible en asociación con Rusia".
"Estas palabras pueden ser percibidas por algunos como hostiles. Pueden ser interpretadas de muchas formas", reconoció. "Diré una cosa: Rusia nunca ha sido y nunca será contraria a Ucrania y lo que Ucrania sea dependerá de la decisión de sus ciudadanos", agregó, antes de materializar una ofensiva militar que tiene a Járkov, epicentro de la comunidad rusa en el país, como uno de sus principales objetivos.