Guardianes del manatí al rescate de una especie que desaparece en Colombia
Cuando los pescadores Álvaro Fabra y Enrique Rivas eran jóvenes, sus padres y abuelos cazaban manatíes en el río Magdalena. Hoy son guardianes de esta especie y lanzan llamados de auxilio por WhatsApp para salvarla de la extinción en Colombia.
El espacio para que estos animales naden se está angostando por las sequías producto del cambio climático, la expansión de la frontera agrícola y la contaminación en el río más largo del país (1.540 km), que conecta el centro con el mar Caribe.
En una ciénaga de Barrancabermeja, en el departamento de Santander (noreste), Álvaro Fabra, de 53 años, navega en busca de manatíes. Su rol es clave para monitorear el comportamiento de la especie y ayudar a organizaciones ambientales a hacer un cálculo del número de individuos.
Aunque pueden llegar a medir 3,5 metros y pesar hasta 600 kilos en la edad adulta, la turbiedad del agua le impide verlos. Por esa misma razón su seguimiento y cuidado se ha dificultado en Colombia, que no tiene cifras claras sobre su población.
El pescador recuerda que sus antepasados podían llegar a matar muchos manatíes en un día. "Cuando era muy pelado (joven) mis abuelos, mi papá, los mataban. Tres-cuatro mataban en el día", dice.
Pero eran otros tiempos. Convertido en un defensor de la especie gracias a la tarea de concientización de organizaciones medioambientales, asegura ahora que "hay que quitar" esa "cultura".
- varados -
Si la caza es parte del pasado, las nuevas amenazas hacen que queden encallados cuando baja el nivel del agua.
La oenegé WCS (Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre) Colombia calcula que entre 2010 y 2023 se han registrado 40 incidentes de "varamientos" con manatíes en la región del Magdalena Medio, en los que 31 de ellos murieron.
Lo mismo ocurre en otras regiones cercanas al Caribe, donde los herbívoros -que también están presentes en México, Panamá, Belice y Brasil- son claves para evitar la sedimentación.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) los incluyó en la lista roja de especies amenazadas y calcula que en el mundo hay apenas 2.500 adultos.
Fuera del agua los manatíes apenas asoman la cabeza para comer pasto y rara vez dejan ver sus aletas delanteras. Pero cuando los ríos se secan quedan inmóviles.
Expertos señalan que en el Magdalena son víctimas del cambio climático, que seca las ciénagas, y de la presencia de cultivos cercanos de palma de aceite, que requieren una gran cantidad de agua.
- Ayuda por WhatsApp -
Un llamado de auxilio a tiempo en WhastApp podría garantizar la vida de aquellos animales que quedan paralizados.
La "red de varamientos" es un espacio para que la comunidad contribuya a la protección de la especie, con apoyo de WCS, otras organizaciones, expertos y pescadores.
Investigadores destacan que muchas veces los pobladores no tienen claro cómo actuar ante un animal varado.
"Se han encontrado muertos, heridos, enfermos", lamenta María Antonia Espitia, coordinadora de vida silvestre en la región del Magdalena Medio de WCS.
- "Huérfanos" -
Espitia califica al manatí como un animal "huérfano" pues se trata de "una especie que no se ve casi, que es difícil de encontrar".
Hay crías que han tenido que seguir su camino sin la madre fallecida y en los centros de rehabilitación puede verse a algunas desamparadas que sobreviven a punta de biberón.
"Que lo cuiden porque es una especie que ya está en vía de extinción, ya no se encuentran, es poquita las partes donde hay", suplica Enrique Rivas, de 50 años y otro pescador de toda la vida, que también se considera un guardián del manatí.
Los manatíes son claves para navegar el río y encontrar peces, sostiene.
"Ellos protegen el río porque lo canalizan, donde hay animales de esos el río casi no se seca", explica.
Nada es sencillo para los manatíes. Entre sus enemigos se encuentran además la proliferación del búfalo en una región de tradición ganadera, y los cambios en el hábitat por culpa de especies invasoras como los hipopótamos que pertenecieron al capo del narcotráfico Pablo Escobar y se reproducen sin control en el Magdalena desde su muerte a manos de la policía en 1993.
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