En Cisjordania ocupada, la violencia destruye generación tras generación
Madleen Sabagh, embarazada de siete meses, llora en el campo de refugiados de Yenín, en Cisjordania ocupada, la muerte de su marido, una de las últimas víctimas de las violencias entre Israel y los palestinos, y teme que estas se transmitan como una maldición a sus hijos.
Sentada junto a una ventana con vistas al superpoblado campo de refugiados, la mujer explica que dejó de comer después de la muerte de Mohamed, de 30 años, en una redada de las fuerzas israelíes a principios de noviembre.
"A mi marido lo mataron sin motivo", dice a la AFP.
Pero "lo que nos preocupa ahora no es lo que pasó, sino lo que va a pasar", afirma, añadiendo que los soldados israelíes "toman como blanco a los hombres jóvenes".
La pareja tenía tres hijos, más el que está en camino. "Como madre, me preocupo por su seguridad", explica la viuda, de 24 años. "Ahora soy su madre y su padre", añade.
Cientos de palestinos -- combatientes, meros transeúntes y menores -- murieron este año en operaciones israelíes, decenas de ellos en Yenín, considerada desde hace tiempo como un foco de la "resistencia" palestina.
La violencia estalló en Cisjordania, ocupada desde 1967 por Israel y bastión del movimiento Fatah del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, tras el sangriento ataque del movimiento islamista Hamás el 7 de octubre en Israel, que respondió con una potente ofensiva en Gaza.
Los Sabagh son una de las muchas familias que han perdido a seres queridos. "Esto no es vida: los mártires tienen suerte, porque son los vivos los que están realmente muertos", dice Eman Sabagh, madre de Mohamed, que asegura que su hijo no tenía "nada que ver" con la "resistencia".
- "Los niños gritan" -
A principios de la década del 2000, el campamento de Yenín fue uno de los focos de la segunda Intifada, el "levantamiento" contra la ocupación israelí.
En 2002, el ejército israelí asedió este asentamiento durante más de un mes. En los enfrentamientos murieron 52 palestinos y 23 soldados israelíes y cientos de casas fueron arrasadas.
Las fotos de jóvenes palestinos víctimas de las fuerzas israelíes cubren los muros, perforados por las balas.
Los hijos de Sabagh juegan, sin reaccionar a los disparos de honor realizados durante el funeral de un joven de 21 años, abatido en un reciente ataque israelí.
Varios habitantes de Yenín dicen a AFP que la violencia tiene un impacto en toda la sociedad, especialmente en la salud mental de los habitantes.
"La mayoría de los niños no consigue dormir por la noche y sus madres también permanecen despiertas. Los niños gritan cuando suenan las sirenas", explica Majd Abu Salameh, empleada de un centro para mujeres.
"Casi todos los 'mártires' eran a menudo el único sustento de la familia", indica. "Al recorrer el campamento solo se ven niños" y "ancianos".
- Una cama vacía -
Israel ocupa Cisjordania desde hace 56 años y el proceso de paz israelo-palestino lleva años en un punto muerto.
A veces, quienes se alzan en armas contra las fuerzas israelíes son sólo adolescentes, como Yamen Jarar, de 16 años, muerto el 3 de noviembre. Junto a su cama vacía hay decenas de fotos suyas.
"Cuando otros sueñan con viajar, por ejemplo, él siempre quiso convertirse en mártir", explica su madre, Jihan Jarar. "Cuando alguien está ardientemente apegado a su tierra, no se le puede frenar", añade.
Mientras uno de sus hermanos mira las fotos con los ojos húmedos, su madre dice que no quiere "otro mártir" entre sus descendientes.
Las dificultades económicas, que hacen prácticamente inaccesibles el costo de las cuotas escolares, y el dolor de la familia repercute en los niños.
"Cuando no hay escuela ni nada que hacer ¿qué pueden hacer los jóvenes?", se pregunta Samiha Zued, abuela de Yamen Jarar.
Poco después de la entrevista de la familia con AFP, las sirenas suenan en Yenín, avisando que las fuerzas israelíes se acercan. Los disparos y explosiones y el zumbido incesante de drones militares inundan la noche.
Al día siguiente, tres hombres son enterrados. El ejército israelí afirma haber matado a cinco.
Madleen Sabagh afirma que "siempre tendrá miedo". "No sabemos lo que les puede pasar a nuestros hijos".
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