Dos años después del asalto al Capitolio de EEUU alertan de que la amenaza a las instituciones sigue siendo real
Este viernes se cumplen dos años desde que una pintoresca y violenta turba de felones estadounidenses decidió irrumpir a la fuerza en el Capitolio de Estados Unidos siguiendo las directrices del expresidente Donald Trump, quien a día de hoy sigue insistiendo en las teorías infundadas de fraude electoral que provocaron uno de los episodios más vergonzosos de la historia reciente de Estados Unidos.
Aquel ataque para detener la confirmación del triunfo de Joe Biden dejó 140 heridos, y cinco muertos, dos de ellos policías del Capitolio, dejando en evidencia la escasa preparación de unos sobrepasados agentes que luego se demostró que fueron dejados a su suerte después de que las investigaciones que llegaron confirmaran que oficinas como el FBI sabían del riesgo real que existía de posibles revueltas.
Uno de los que estuvo allí era el entonces jefe de la Policía del Capitolio Steven Sund, obligado a dejar el cargo un día después del ataque en medio de fuertes críticas por su gestión de esas revueltas. Sin embargo, él siempre ha reprochado al FBI y a los departamentos de Seguridad Nacional y de Defensa no haberles avisado del peligro real que corrían.
Ahora, y con motivo de la publicación de su libro sobre aquel episodio 'Valor bajo ataque: asediados y superados en número 58 a 1 el 6 de enero', Sund ha vuelto a insistir en aquello, aunque ha asumido la parte de culpa que puede tener al ser el jefe de la Policía del Capitolio en ese momento.
"No tengo ningún problema en que recaiga en mí la responsabilidad. Asumiré las consecuencias hasta donde lo merezca. Hay cosas que podría haber y debería haber hecho mejor", se ha sincerado en una entrevista para la CBS, en la que ha asegurado sentirse "muy preocupado" por que aquello pueda volver a ocurrir.
Sund también ha criticado la burocracia militar que impidió poner en marcha el despliegue de la Guardia Nacional a tiempo y ha asegurado que sigue sin entender a quienes "decidieron no enviar ayuda a los hombres y mujeres" que lo necesitaban, así como al expresidente Trump por dirigir a la multitud hacia el Capitolio.
Con motivo del segundo aniversario, su sucesor en el cargo, Tom Manger, ha puesto en valor que dos años después de aquellos incidentes, la Policía del Capitolio está ahora "claramente mejor", pero ha alertado de que ante "el clima de amenaza actual" es fundamental permanecer alerta.
Manger ha explicado que existe una amenaza real sobre las instituciones estadounidenses, en particular contra funcionarios electos. "Si sucede lo impensable, estaremos listos", ha afirmado.
Ceremonia en la casa blanca
También está previsto este viernes que Biden encabece un acto en la Casa Blanca en recuerdo de lo que sucedió aquel día. El evento puede servir para que ahonde no solo en las amenazas que ha venido alertando que sufre Estados Unidos desde aquellos acontecimientos, sino también en las conclusiones de la comisión parlamentaria que investigó lo ocurrido.
Antes de acabar el año, aquel comité de la Cámara de Representantes publicó un informe final en el que los fallos de seguridad quedaron relegados a un apéndice, mientras que la figura de Trump ocupó gran parte de sus páginas, en las que se recomendaba que se presentaran cargos penales por su papel en lo ocurrido.
Por ahora unas 900 personas han sido acusadas por participar en los disturbios, de las 470 de ellas se han declarado culpables. La mayoría por los cargos de agresión y resistencia a la autoridad, desordenes civiles, obstrucción de un procedimiento legal, invasión de un edificio o terreno de restringido, o algunos más graves como la sedición y la conspiración.