Copa América visibiliza el reclamo del fútbol femenino: argentina Correa
Vanina Correa empezó a atajar cuando el balompié jugado por mujeres era una rareza, lideró una protesta que mejoró las condiciones de sus colegas y en la Copa América-2022 quiere despedirse como la guardiana del fútbol femenino de Argentina.
'La flaca' empezó a encariñarse con el balón siguiendo el ejemplo de su hermano mayor en la provincia de Santa Fe. Se desalentó pronto, no encontró a más niñas para jugar y los varones la rechazaban.
Apoyada por su familia, una novedad en ese tiempo, volvió y debutó con 16 años en Rosario Central. Después de ese año 2000 nada detuvo su carrera bajo los tres palos. Hoy juega de nuevo en el Canalla.
En 2003 jugó su primera Copa América. Ante tribunas vacías tenía que usar las camisetas albicelestes desechadas por el equipo masculino.
Boca Juniors y Banfield disfrutaron de sus atajadas hasta su retiro transitorio en 2009. Estuvo seis años fuera de las canchas para someterse a un tratamiento de fertilidad con el que dio luz a mellizos.
Volvió en 2017 y se encontró con las mismas condiciones. Tener que dormir en un autobús por negligencia de la federación rebosó el vaso. Un año después, en plena Copa América, posó junto a sus compañeras poniéndose una mano en el oído para exigir que escucharan sus reclamos.
Ahora, en 2022, vio a las colombianas hacer un gesto similar en una Copa América que convocó a miles de hinchas en los estadios.
En entrevista con la AFP, en la que confiesa que este será su último torneo continental, defiende como válido protestar cuando todos los focos están apuntando hacia las futbolistas.
"Ese el momento de atención donde estamos todas y creemos que podemos hacer un reclamo que será visto a nivel sudamericano o a nivel mundial, creo que es como el lugar para que nos escuchen (...) por nuestra parte dio resultado porque hemos conseguido un montón de cosas después de eso", dice.
Con 38 años es la más veterana de las 230 futbolistas de la Copa América. Perdió la semifinal ante Colombia y el viernes peleará por el último cupo directo al Mundial de Nueva Zelanda y Australia-2023.
Sería su cuarto Mundial, una cifra que ninguna jugadora argentina ha alcanzado antes.
Aquí fragmentos de la entrevista:
- Pregunta: ¿Cómo ha cambiado la Copa América desde esa edición que disputó en 2003?
- Respuesta: Del "fútbol femenino de años anteriores al de hoy la verdad que se ha notado el crecimiento tanto como en estructura como en el público, la gente que va a los estadios, incluso en esta Copa América hubo una cantidad de público que creo que era inesperada para todos (...) la verdad que es un crecimiento".
- P: ¿Aún hay algo de ese rechazo al fútbol femenino que vivió en sus primero años de carrera?
- R: Hay "momentos duros en los que se sufre un poco por la discriminación, hoy en día por ahí no es tanto pero todavía escuchas el 'andá a lavar los platos', 'quedate en tu casa'. ¡Se escucha!".
- P: ¿Se convirtió la Copa América en el escenario ideal para protestar en defensa del fútbol femenino?
- R: "Al momento de estar acá uno sabe que se hace fuerte, están todas las selecciones que están luchando por un mismo objetivo que es el crecimiento del fútbol femenino (...) Algunas selecciones crecen como Brasil, que está en primer nivel, y algunas selecciones quedan un poquito estancadas, entonces buscas quizás el momento donde a uno lo ven y se puede hacer escuchar".
- P: ¿Proyecta jugar un cuarto Mundial?
- R: "Uno se prepara siempre para llegar al Mundial, por mi parte esta es mi última Copa América después veré qué sigue, tengo contrato en Rosario Central hasta diciembre, después veré".
- P: ¿Cómo vive desde su madurez en el fútbol lo que será su última Copa América?
- R: "Con el disfrute necesario de saber que es mi última Copa, de aprovechar los ratos, los momentos, los estadios, los partidos, los rivales. De tratar siempre de mantener el objetivo claro, pero tratando de disfrutar".
Das/vel/ma