Cómo algunas "brujudías" adoptan el judaísmo y la brujería
En una escena de una película de reciente estreno, tres ancianas en una pequeña habitación caminan lentamente en sentido contrario a las manecillas del reloj alrededor de una mesa cubierta de velas mientras corean maldiciones en voz baja.
¿Es una nueva versión cinematográfica de “Macbeth”? No: es un momento de la cinta independiente “A Kaddish for Bernie Madoff”, una exploración musical de la espiritualidad, la identidad judía y el caso de Bernie Madoff.
Su creadora, Alicia Jo Rabins, se identifica como una artista y educadora judía que incorpora elementos de brujería a su práctica del judaísmo, una amalgama cada vez más común aunque todavía controvertida.
Tanto en la brujería moderna como en las comunidades judías, la gente está mezclando la magia —a menudo llamada brujería— con el ritual religioso. La forma como estas dos prácticas aparentemente distintas se fusionan es a menudo muy personal, dependiendo de las tradiciones, la educación y la vocación espiritual.
“El tipo de brujería que practico se basa en mi formación en el ritual judío”, dijo Rabins, que sostiene la Torá en la escena mencionada de la cinta sobre Madoff. “No me parece que se contraponga, sino que se apoya en el mismo”.
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Rabins, que no tuvo una educación muy religiosa, descubrió “textos y tradiciones, así como normas y leyes religiosas, y maneras de vivir” como persona adulta y se sumergió en la yeshiva.
Cuanto más estudia y practica el judaísmo, afirma, más le atrae la brujería o la magia popular judía, prácticas que ha detectado someramente en las Escrituras así como en las culturas judías.
“Mi relación con el judaísmo es como de formación clásica, y con la brujería como que se siente más intuitiva”, señaló.
Rabins admite que ambas prácticas parecen contradictorias, considerando que en diversos puntos la Torá prohíbe la brujería específicamente. Ella interpreta estos pasajes como prohibiciones contra las prácticas negativas. Al mismo tiempo las dos prácticas se superponen en su observación del mundo natural: Rabins forma parte de un grupo de mujeres que se reúnen para el “Rosh Hodesh”, o cada luna nueva, una antigua tradición en el judaísmo y también en la brujería.
Pero en una antigua sociedad patriarcal, señaló, los líderes judíos posiblemente querían diferenciarse de la cultura circundante.
La rabina Jill Hammer puso de relieve este aspecto en una entrevista con Religion News Service y explicó que la diferencia entre el ritual judío y la brujería es principalmente política.
“A menudo por su estructura, si eres parte de la jerarquía, se le llama ritual, se le llama oración, se le llama ceremonia. Y si estás haciendo algo fuera de la jerarquía, a menudo se le llama magia o hechicería o brujería”, explicó Hammer.
Esta distinción fue realizada para excluir a determinados tipos de practicantes e ideas espirituales, agregó.
“La brujería es a menudo asociada con personas marginadas, en particular con mujeres”, apuntó. “Hay un conjunto completo de rituales de mujeres que suelen ser llamados brujería sólo porque son de mujeres”.
Hammer es cofundadora del Kohenet Hebrew Priestess Institute, que busca “reivindicar e innovar el judaísmo feminista sustentado en la tierra”, según la página web del instituto. Aunque Kohenet no es una escuela de brujería, sus enseñanzas pueden incluir magia como ritual y ceremonia dentro de un contexto judío libre del estigma político.
“No nos interesa esa distinción”, apuntó.
Una vez que se elimina la separación entre el ritual y la magia, apuntó, uno advierte que “no es muy diferente de lo que los judíos han estado haciendo por miles de años”.
La Torá y el Talmud contienen muchas historias de tradiciones de rituales mágicos, incluso si tales prácticas no estuvieron siempre aprobadas. Hammer señaló que la referencia positiva de la bruja de Endor en el Libro de Samuel es un ejemplo de que las reglas que prohíben la brujería no se cumplían en forma sistemática.
Además de los rituales aprobados, las prácticas populares judías a menudo incluían magia para sanación y protección, así como veneración a los ancestros, en especial durante las festividades mayores. Los arqueólogos han encontrado antiguas vasijas mágicas utilizadas para capturar demonios y expulsar a la enfermedad.
Casi nunca se llamó brujería a alguna de estas ceremonias.
Kohenet está trabajando para “reivindicar gran parte de estas tradiciones” y otras, según Hammer, y el instituto ha atraído a personas de diversos antecedentes espirituales, desde eruditos rabinos hasta wiccanos de ascendencia judía. La manera como estos clientes se compenetran con estas prácticas rituales varía considerablemente, dependiendo de sus antecedentes y nivel de comodidad.
Esta variedad es evidente dondequiera que haya personas que practican la brujería judía. La astróloga profesional Aliza Einhorn no fusiona para nada el judaísmo y la magia. Einhorn creció en una familia judía tradicionalista y mantiene una práctica ortodoxa. Sin embargo, estudió astrología y otras formas de esoterismo.
“Tenía hambre de conocimiento espiritual. Quería aprender”, afirmó.
Aunque Einhorn se describe como bruja judía, no busca definir lo que eso significa. “Palabras como bruja son flexibles y tienen significado distinto para diferentes personas”, apuntó. “Hago lo que hago".
De hecho, Einhorn jamás siquiera utilizó el título de bruja judía sino hasta hace poco, cuando se cruzó con el término. “Abarcaba bastante de lo que yo hacía”, dijo, así que lo adopté.
Sin embargo, aún mantiene una clara separación entre el ritual judío y la magia judía. “No intento reconciliarlos para nada”.
Pero Laura Tempest Zakroff, una artista y autora de “Anatomy of a Witch: A Map to the Magical Body” (Anatomía de una bruja: Un mapa al cuerpo mágico) que vive en Nueva Inglaterra, considera inseparables su legado judío y la brujería. Zakroff se dice a sí misma “brujudía”, demostrando ese sincretismo con un juego de palabras.
El término “describe a alguien que reconoce su herencia cultural judía y que de alguna manera esta se entrelaza o armoniza con su brujería”, apuntó.
Zakroff se educó principalmente en la fe católica de su madre, pero se conectó fuertemente con la herencia judía de su padre a través de la historia, la lectura, la música y la danza.
Ello queda de manifiesto en su forma de hacer magia, dijo. “Sé que para muchas personas probablemente es la Cábala, pero para mí, (la brujería judía) son los misterios cotidianos de los rituales diarios: la bendición de una bebida, dignificar la comida mediante la preparación. Se reconoce con la atención al detalle que no estamos solos en este mundo”, afirmó.
Para Rabins, la tradición judía le dio estructura a su vida espiritual, mientras satisface con otros rituales sus necesidades del momento. Sin embargo, no hay separación en la práctica: podría significar deshacer todos los nudos en la casa antes de un nacimiento, de acuerdo con los rituales judíos de Europa oriental, o incorporar en sus prácticas plantas mencionadas en el Talmud.
“Creo que en parte por eso es fácil para mí descartar las normas tradicionales judías frente a la brujería, porque crecí en un lugar en el que básicamente en la práctica tenía reglas contra el judaísmo tradicional”, agregó.
“Creo que ya rompí todas las reglas con las que crecí, y a partir de ahí todo ha sido una búsqueda”.