Barriletes gigantes de Guatemala, patrimonio de la Unesco, un vínculo entre vivos y muertos
Los barriletes gigantes de los pueblos mayas guatemaltecos de Santiago y Sumpango, declarados este miércoles patrimonio inmaterial de la Unesco, se elevan cada 1 noviembre para conectar dos mundos: el de los vivos y el de los muertos.
Esas increíbles creaciones artísticas, algunas de las cuales alcanzan más de 20 metros de altura, son reconocidas, además de por la riqueza de la tradición, por su meticulosa técnica de elaboración y los mensajes que contienen: ambientalistas, sociales, de amor o convivencia.
"Representan la riqueza de nuestra cultura guatemalteca, representa este reconocimiento un homenaje a la creatividad, a la resiliencia y la cosmovisión de los pueblos indígenas", celebró el presidente Bernardo Arévalo.
Cientos de guatemaltecos y visitantes extranjeros acuden a presenciar cuando se elevan, en la conmemoración del Día de Todos los Santos, sobre los cementerios de esos dos poblados colindantes del departamento de Sacatepéquez, ubicados a unos 40 km al suroeste de la capital.
Según la tradición, los barriletes espantan a los malos espíritus con el ruido que hacen al chocar con el viento y así las almas de los difuntos pueden llegar a compartir con sus familias.
"Historia, arte y colorido" se integran en este evento con el que esas comunidades "se identifican, vinculando este mundo con el otro, a través del vuelo de los barriletes", comenta el historiador Miguel Angel Álvarez.
La elaboración tarda más de seis meses desde que se hace a pequeña escala el boceto de los complejos diseños hasta que se arma la estructura de bambú, atada con varios metros de cordel, se cortan las piezas de papel china y se pegan para dar forma al enorme barrilete multicolor. Todo de forma artesanal.
En la actividad participan familias enteras que se reúnen en asociaciones para financiar los proyectos, que cuestan varios miles de dólares.
En un video del Ministerio de Cultura, Rudy Bucu, de la agrupación Corazón de Maíz, de Santiago, comenta que en su familia la elaboración de barriletes pasa de generación en generación: su abuela, su padre y ahora sus hijos.
Julio Asturias, del Comité de Barriletes de Sumpango, cuenta que sus abuelos, tras hacer volar el barrilete, lo quemaban cuando descendía nuevamente: "El fuego, como es purificador, hacía que se ahuyentaran los malos espíritus", explica.
Según el Ministerio de Cultura, la técnica de elaboración va "más allá de la expresión material que el barrilete representa, pues engloba una serie de procesos y significados enmarcados en el contexto social y cultural de las comunidades".
Ambas poblaciones son mayoritariamente maya-kaqchikel, por ello "tienen como principal influjo la cultura maya dentro de su cosmovisión", donde se puede "comunicar y celebrar a quienes ya hicieron el tránsito por la muerte".
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