Ante las diferencias, el Sínodo sobre el futuro de la Iglesia opta por la prudencia
El Sínodo que reúne a obispos y laicos esbozó un "cambio de cultura" en la Iglesia católica, aunque dejando en suspense temas sensibles como la homosexualidad, una prudencia que enmascara profundas diferencias internas.
Desde el 4 de octubre, los 365 miembros de la asamblea general, venidos de todos los continentes y asistidos por un centenar de expertos, debatieron a puerta cerrada en el Vaticano para culminar un documento de 42 páginas, publicado el sábado.
Se trata de un Informe de Síntesis antes de una nueva reunión dentro de un año.
Esta reunión, presentada como una reflexión profunda del funcionamiento de la Iglesia, abordó temas como la poligamia, la ordenación de hombres casados, la lucha contra los abusos a menores o el ecumenismo.
Estas cuestiones inquietaron a un sector conservador de la Iglesia, que temía que los debates condujeran a una distorsión de la doctrina, más aún con la "pequeña revolución" contra el clericalismo del papa Francisco, que decidió que laicos y mujeres pudieran votar por primera vez, como los obispos y cardenales.
Ante el temor a divisiones internas, que incluso hicieron surgir rumores de un cisma, los organizadores insistieron en las palabras "diálogo", "fraternidad" y "escucha", pero filtrando drásticamente las informaciones sobre el contenido de los debates.
Como muestra de la importancia de este "cambio de mentalidad", el formato de este órgano de consulta fue revisado. Clérigos y laicos se sentaron juntos en torno a mesas redondas, al mismo nivel y sin tener en cuenta posiciones jerárquicas.
- "Menos piramidal" -
"Es el primer sínodo en el que no hubo casi obispos con sotanas o símbolos distintivos. Hay una especie de fraternidad, todo el mundo tuvo derecho a hablar", comentó a la AFP el cura franco-alemán Christoph Theobald, teólogo jesuita que participó como experto.
Según él, esta asamblea marca una evolución de la "arquitectura de la Iglesia", que se vuelve menos piramidal y pone sobre la mesa la cuestión de "la inclusión de personas cuyo estilo de vida difiere de lo que predica la Iglesia", como los divorciados casados de nuevo.
Bajo la presión de las asociaciones feministas que denuncian el "patriarcado" y la rigidez dogmática de una institución milenaria, las reflexiones sobre el papel de la mujer subrayaron la "urgencia" de garantizar su participación en las tomas de decisión.
Los participantes también propusieron "la búsqueda teológica y pastoral sobre el acceso de las mujeres" a la función de diácono, un laico que puede celebrar funerales y bodas pero no misas.
Estas propuestas suscitaron una fuerte resistencia, y fueron las que recibieron más noes, alrededor del 20% de los votos.
- "Largo plazo" -
La aceptación de las parejas homosexuales, otro tema esperado, quedó en segundo plano. El término "LGBT" ni siquiera aparece en el documento final, que solo evoca "la identidad de género" y "la orientación sexual".
Ni siquiera se menciona la propuesta de bendecir a las parejas homosexuales, una omisión que decepcionó a las asociaciones católicas LGBT y a los fieles más progresistas.
Algunos destacaron las brechas culturales y geográficas ligadas a la diversidad de los participantes: patriarcas de las Iglesias orientales, madres, jóvenes...
"En cierto modo, se trataba de evitar divisiones y preparar el terreno para el año que viene. Algunos temas necesitan tiempo para madurar. Es una visión a largo plazo", desveló un participante.
A sus casi 87 años, el papa tendrá la última palabra sobre las conclusiones de este encuentro. El la misa de clausura del domingo, reiteró su "sueño" de una Iglesia "con las puertas abiertas".
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