El pueblo guardián de un parque milenario que se ilusiona con ser emblema global de turismo rural
Pasado mañana se anuncian los ganadores del certamen Best Tourism Villages de las Naciones Unidas; Trevelin ya obtuvo un upgrade en 2022 y ahora espera la máxima distinción
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TREVELIN.– Hay lagos azules. Hay cascadas de agua nítida. Ríos turquesa. Un parque nacional con una pasarela colgante sobre un lago verde y alerces milenarios que son Patrimonio de la Humanidad. Hay tulipanes y peonías. Cerezos en flor. Y un trono de nubes, en medio de la cordillera.
También está la comunidad de unos diez mil habitantes, en su mayoría descendientes de galeses, que trabaja para que Trevelin sea declarado mejor villa de turismo rural del planeta. Toda la ilusión se centra en un comité de Naciones Unidas que, pasado mañana, anunciará las distinciones de 2024 en Cartagena de Indias, Colombia.
La Argentina nominó ocho pueblos al certamen este año: Los Chacayes (Mendoza), Urdinarrain (Entre Ríos), Villa Tulumba (Córdoba), Campo Ramón (Misiones), Barrancas (Jujuy), Caviahue-Copahue (Neuquén), Saldungaray (Buenos Aires) y Gaiman (Chubut). La competencia no será sencilla: unas 260 villas se postularon desde distintos rincones del globo.
Trevelin ya había sido nominado por la provincia de Chubut en 2022. Entonces el comité de las Naciones Unidas le entregó un upgrade: un reconocimiento previo para mejorar el servicio a fin de alcanzar la máxima distinción del Best Tourism Villages.
El llamado “pueblo del molino” se organizó entonces para lograrlo: sumó más propuestas para los visitantes y nuevos emprendimientos sostenibles para afianzar la comunidad. Hay una ruta de chacras productoras de lavandas, frutillas, sidra, miel, dulces, licores y olivas.
Por ejemplo, los productores de cerezas abrieron sus puertas para brindar la ceremonia del té japonés en Hisashi, el establecimiento de cuatro mil árboles donde se cosecha la fruta.
La producción de peonías se potenció con la mudanza a un predio diseñado para apreciar las flores, donde se construye además un jardín botánico. La producción de tulipanes se amplió de 27 a 30 colores de flores y la floración, que va desde octubre hasta el 7 de noviembre, concluye con una gran fiesta de lanzamiento de pétalos desde el aire, para celebrar en comunidad, con música y baile el fin de la temporada.
“Trevelin ya fue distinguido por su gente, su cultura y su tradición, que conservamos hace 160 años. Ser uno de los pueblos más lindos del mundo es un gran desafío para nosotros, para nuestros hijos y nietos: el desafío es conservar toda esta naturaleza tan intacta como la heredamos de nuestros abuelos”, afirma Juan Carlos Ledesma, productor de los tulipanes que dan vida al pueblo cada primavera.
Para lograr ser distinguido con el premio de mejor villa turística, el pueblo se propuso metas para obtener el sello mundial: trabajó en la conservación y puesta en valor de emblemas culturales –como otorgar precisiones sobre la elaboración de la torta negra galesa, que tiene como ícono la casa de Naim Maggi– y en facilitar el acceso a los recursos naturales, como potenciar los senderos y los miradores de las cascadas.
“Hicimos mejoras en el lago Rosario y en los caminos de las cascadas Nant y Fall”, enumera Juan Manuel Peralta, secretario de Turismo local. “Trabajamos sobre un diagnóstico para potenciar nuestro pueblo que nos hizo las Naciones Unidas, al incluirnos en el programa de upgrade hace dos años”, apunta.
“El sello de Best Tourism Villages de Naciones Unidas es importante para que lleguen más visitantes extranjeros”, agrega el alcalde, Héctor Ingram. “Y para ampliar la temporada del turismo nacional”, expresa.
Ahora, los turistas son unos 120.000 al año. La mayoría llegan en noviembre, por la temporada de pesca; en diciembre, para ver florecer los campos de tulipanes y los cultivos de peonías; en enero y febrero, por los atractivos del Parque Nacional Los Alerces.
“Trevelin es el pueblo guardián de la cabecera sur del parque nacional. Obtener la distinción de Best Tourism Villages es muy importante para que el pueblo pueda explotar todo su potencial con un diseño planificado con el aval de los expertos de turismo de Naciones Unidas”, afirma Pablo Gervasini, prestador de Glaxiar, que transporta pasajeros en excursiones lacustres al alerzal milenario. “Tenemos mucho por crecer”, indicó el empresario local.
Es que más allá de la temporada de tulipanes y de pesca, desde marzo a octubre el pueblo se repliega en sus diez mil habitantes, que forman comunidad y trabajan cada vez más conscientes en modo cooperativo. “Acá todos nos conocemos. Todos colaboramos, no hay otra manera”, describe Roxana Velázquez, propietaria del restaurant Rincón del Molino, situado frente a la plaza central. “Todos estamos en cadena y, cuando hay que sacar el pueblo adelante, coordinamos y nos apoyamos”, sostiene la mujer, que es presidenta de la Cámara de Turismo de Trevelin.
El modo de salir adelante en forma comunitaria no solo se ciñe a los habitantes locales. La villa también recibe migrantes y apoya a los nuevos emprendedores.
“Cuando abrimos el glamping este octubre que pasó, vinieron desde el intendente hasta los vecinos a ofrecernos ayuda. Sentimos su apoyo”, afirma Natalia Di Césare, que se mudó desde Buenos Aires para instalarse junto a su esposo Walter en ese paraíso natural. “Si Trevelin logra ser una de las mejores villas turísticas de las Naciones Unidas, ganamos todos”, concluye Velázquez, propietaria del restaurante situado frente a la plaza del dragón que lanza fuego cada atardecer. La escultura ignífuga es todo un ícono del pueblo galés que busca el podio entre las mejores villas del mundo.
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