Antes de ingresar al templo es necesario quitarse los zapatos y dejarlos en el lugar indicado. Así se manifiesta respeto ante los Budas durante la ceremonia. En el Templo Tzong Kuan del Barrio Chino nada está librado al azar. Los visitantes deben acatar las normas del pequeño espacio en el que inmigrantes asiáticos, vestidos con túnicas negras y en posición de loto, le rinden culto a su dios milenario oriundo de la India.
Tzong Kuan es un oasis de silencio a pesar de estar situado en medio de ruidosos locales visitados los fines de semana por miles de personas, donde compran desde humeantes brochettes hasta sahumerios o juguetes importados. El templo constituye un atractivo no solo para los porteños, sino también para los cientos de turistas que caminan los fines de semana por el Barrio Chino. De acuerdo con el Ente de Turismo porteño, Tzong Kuan es otra de las "curiosidades del bajo de Belgrano", además del arco de ingreso o las esculturas de dragones.
Fue uno de los primeros templos budistas de la ciudad, inaugurado en 1988. Nació gracias a la oleada migratoria llegada en la década del 80, durante la que se establecieron muchas familias orientales, principalmente de Taiwán. Desde ese momento hasta hoy abre sus puertas en la calle Montañeses 2175. Allí funciona también la Primera Asociación Budista de Argentina, que ofrece cursos de yoga y meditación, entre otros talleres vinculados a esa cultura.
A simple vista, Tzong Kuan no parece un templo. Difiere de las lujosas pagodas chinas y también se diferencia del imponente Templo Tenrikyo, sobre la Panamericana, a la altura de Vicente López. Tzong Kuan pasa inadvertido. Se funde con el resto de los edificios bajos de la cuadra, negocios de ropa, supermercados o departamentos. Sin embargo, al entrar al hall de recepción, la imagen sonriente del gran buda Milofo no deja lugar a duda. Es un santuario. Más allá, un mostrador despliega frutas para ser ingeridas luego del encuentro, de acuerdo con el precepto de practicar el vegetarianismo como parte de una búsqueda de una mente despierta e iluminada, donde no existe un dios creador y donde todos somos iguales.
"Aconsejamos que vengan con ropa cómoda: pantalones anchos y camiseta con mangas cortas, sin escote. El color puede ser cualquiera aunque se prefiere negro, marrón o azul. Por favor llegar puntualmente", señala uno de los carteles con las indicaciones destinadas a quienes deseen participar de la misa que se realiza todos los domingos a las 14.30. Allí los visitantes podrán observar a la gente de pie descalza, entonando mantras a partir de textos sagrados apoyados en atriles individuales o meditando sobre almohadones marrones. Hay un ascetismo en la sencillez del vestir: tanto el budismo como las religiones orientales son caminos éticos basados en conductas. Se estima que, en la Argentina, los seguidores de Buda podrían llegar a 30.000. Se dividen en unas doce ramas o comunidades, siendo una de las religiones más pequeñas en cuanto a cantidad de creyentes, indica la Escuela de Estudios Orientales de la Universidad del Salvador (USAL).
El templo fue fundado por el Maestro Pu Hsien, apoyado por la comunidad china de Taiwán. Anteriormente las actividades se realizaban en una casa pero, luego de su fundación, el culto pasó al salón de la calle Montañeses. Su nombre, Tzong Kuan, proviene de la denominación de la escuela filosófica Madhyamaka del Budismo Mahayana y significa Visión del Medio. Niega la existencia de la realidad empírica, la cual sería una mera apariencia, un fenómeno, ya que la verdadera realidad no puede ser captada por la mente ni expresada por la palabra.
Marina Xu, una de la coordinadoras de la asociación, en una recorrida con LA NACION explica que "en la planta baja del edificio se realizan los ritos, mientras el primer piso es habitado por los monjes. Siete u ocho veces al año se concreta un gran encuentro; entre ellos, el del Año Nuevo Chino, donde para entrar hay una cola tan extensa que llega hasta la esquina". Además, generalmente en mayo, se hace la ceremonia del baño de Buda o Vesak, que alude a su nacimiento y a la purificación.
En el altar mayor de Mahavirahal están las estatuas doradas de Buda Sakyamuni, el maestro original y fundador del budismo, Ksitigarbha y Guanyin. No veneran a un solo dios, sino a varios budas, más de 28. Además, hay imágenes de Sangharama, Skanda, Buda Amitabha , Mahasthamaprapta y Buda Bhaisajyaguru. Según Xu, el tubo rojo, iluminado, que gira junto al altar, debe estar siempre encendido para atraer la suerte.
La costumbre es realizar tres reverencias frente a las imágenes, antes o después de meditar. Pero además practican prosternaciones, un ejercicio casi aeróbico que consiste en arrodillarse, luego inclinarse hasta colocar la frente contra el suelo con las manos apuntando hacia el cielo, para después levantarse con fuerza, hasta conseguir nuevamente la posición inicial de parado.
Una moda que llegó para quedarse
El budismo comenzó a llegar a la Argentina con las primeras comunidades que migraron de Oriente; primero los japoneses y, más tarde, los coreanos y los taiwaneses. Los psicoanalistas en la década del 70 fueron los argentinos pioneros en visitar al Dalai Lama en la India. Pero también tuvo adeptos del mundo del rock del movimiento llamado New Age. En la actualidad Marcelo Tinelli, Graciela Alfano y Nicole Neumann son tan solo algunos de los famosos que afirman meditar a diario. Hasta el presidente Mauricio Macri organizó en 2012, cuando era jefe de gobierno porteño, una meditación masiva. En la actualidad también muchos católicos practican la meditación, uno de los ritos fundamentales budismo, ya que es compatible con las religiones monoteístas.
El budismo es la cuarta religión más importante del mundo, con más de 500 millones de adeptos, es decir, el 7 % de la población mundial. Además de Belgrano, hay también templos en Villa Urquiza y Flores.
El budismo es una doctrina filosófica y espiritual no teísta perteneciente a la familia dhármica que comprende una variedad de tradiciones, creencias religiosas y prácticas espirituales principalmente atribuibles a Buda Gautama, nacidas en la India entre los siglos VI y IV antes de Cristo. Una de las características que aún conservan es la ser una organización religiosa descentralizada: ha permitido una enorme flexibilidad de puntos de vista, variaciones y enfoques.