Lo que dijeron los analistas tradicionales sobre la designación de Martín Soria es fuerte, pero no sorprendente. Que Cristina Kirchner es una vicepresidenta en ejercicio de la presidencia. Que Alberto Fernández se terminó de entregar. Y que no elige con libertad a sus ministros, como marca la Constitución.
Lo que todavía no sabíamos es de la clase de materia de que está hecho Martín Soria. Y parece que no es de la buena.
Lo acusan de violento. Y lo argumentan: en marzo de 2007, en una reunión del PJ de la provincia de Río Negro le pegó una trompada a Rodolfo Ponce de León. Se lo dijo el senador y exgobernador de la provincia, Alberto Wereltinek, hoy al periodista de LA NACION Gustavo Ybarra.
Lo acusan de improvisado y argumentan: no tiene idea de cómo funciona el sistema judicial; sí de cómo apretar a fiscales, jueces y camaristas, porque lo hizo en su provincia, durante años, todo el tiempo.
No se hasta dónde llegará su improvisación. Lo que sí sé es que en su última intervención en el Congreso daba la impresión de que estaba leyendo un texto escrito por otro. Y también se notaba que no sabe leer con fluidez.
Lo acusan de corrupto. Y lo primero que sorprende es que lo acaban de sobreseer en una causa días antes de ser designado. ¿Por eso se demoraba tanto el Presidente en nombrarlo? Y cuando uno va al expediente está claro que Martín Soria se quedó con parte de la plata de, por lo menos, 40 empleados de la Municipalidad de General Roca, cuando era intendente.
Como dice mi colega y amigo Jorge Lanata, la blanca y la negra en el bolsillo se mezclan, y andá a seguirle el rastro, ¿no?
Y, finalmente, lo acusan de tener sospechosos vínculos con los espías de la AFI. De hecho, su padre, el gringo Carlos Soria, fue jefe de la Side y, su hermano Germán es el agregado de la AFI en Paraguay.
Germán Soria estaría vinculado al ideólogo de todas las operaciones sucias de Cristina, Beraldi, Llermanos y otro exespía, Rodolfo Tailhade. Estoy hablando de Franco Bindi, un hombre más oscuro, más misterioso y más sinuoso que el propio Alfredo Yabrán.
Un abogado que, para sacarles plata a los presos, chapeando de influyente, les decía que estaba de novio con Florencia Kirchner.
Si este es Soria, de verdad, preparémonos: parece capaz de poner en riesgo el sistema y de cruzar cualquier límite.
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