Una herencia millonaria, buenas inversiones y una interesante colección de arte y joyas forman parte del patrimonio de la Casa Real holandesa
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Las cuentas privadas de los Orange-Nassau son un secreto guardado bajo siete llaves. Sólo sus gastos públicos, pagados por el Estado, son difundidos una vez que los aprueba el Parlamento. Este año, por ejemplo, se aprobó el nuevo presupuesto destinado a la Corona: 45,6 millones de euros, cinco por ciento más que el año pasado. ¿Un detalle curioso? El rey Guillermo Alejandro, con un sueldo personal de 998 mil euros al año (además de 5,1 millones para gastos de personal) no es el mejor pago, sino su madre, la princesa Beatriz, con 1,7 millones. Máxima, mientras tanto, cobra casi 1,1 millones al año del erario público. La variación en el presupuesto radica en la inclusión, por primera vez, de un fondo para la princesa heredera Amalia, que cumple 18 años en diciembre. La hija mayor de Máxima dispondrá de un salario anual de 300 mil euros, además de un complemento de 1,6 millones para contratar personal.
Pero, volviendo a sus finanzas personales, como no tienen obligación de hacerlas públicas, las especulaciones sobre la fortuna de los Orange-Nassau están a la orden del día, con cifras totalmente dispares. En 2019 la revista económica holandesa Quote, los incluyó en su lista Quote 500 con mil millones de euros, tan diferente a los “apenas” 300 millones de dólares que una década atrás publicó el semanario Forbes. Ese mismo año, Business Insider ubicó a la princesa Beatriz como la quinta royal más rica del mundo, con 185 millones de euros.
Más allá del secretismo de las cifras, también es un misterio la composición de la fortuna. Los especialistas aseguran que eligen las inversiones estratégicas y que habrían perdido varios millones durante la estafa de Bernard Madoff, en 2008. También que tendrían acciones en empresas como ABN-Amro, la aerolínea KLM y la petrolera Shell (hay quienes señalan que la casa real holandesa es la principal accionista), entre muchas otras.
Según señala Pierre Beaudeux en su libro "Las mayores fortunas del mundo", de no ser por la Corona, la intuición de Beatriz para los negocios, heredada de su madre, Juliana, y de su abuela, Guillermina, la podría haber llevado a ser una auténtica "golden girl". Al parecer, ella supo cuidar y acrecentar la herencia recibida, además de consolidar un espectacular catálogo de propiedades de uso privado fuera de Holanda.
UN PATRIMONIO CONTUNDENTE
Sólo en Holanda la Familia Real tienen cuatro castillos: Huis ten Bosch, a donde se mudaron los Reyes en enero de 2019; el Palacio Real, utilizado para las recepciones oficiales; Drakensteyn, donde se crió Guillermo Alejandro y en el que ahora reside su madre; y Noordeinde, donde trabaja el Rey, que está ubicado en el centro de La Haya. También está De Horsten, la finca de más de cuatrocientas hectáreas dentro de la cual está Villa Eikenhorst, donde Guillermo y Máxima vieron crecer a sus hijas y en la que vivieron durante quince años.
Los Orange-Nassau también poseen una importante colección de arte distribuida en sus diferentes palacios. La Fundación de Colecciones Históricas de la Casa Orange-Nassau, que fundó en 1972 la reina Juliana para ordenar los objetos o colecciones vinculados a la historia de la casa real, es la que administra el patrimonio y Máxima dirige su board desde que es reina consorte.
En cuanto al Cofre Real, no se queda atrás en su espectacularidad. Está compuesto en su mayoría por las piezas que adquirió Guillermo III, bisabuelo de Beatriz quien, muy enamorado de su segunda mujer, la reina Emma, la colmó de alhajas y hasta le cedió las de anteriores reinas consortes. De todas las mujeres que hicieron uso del mismo, Máxima es quien le sabe sacar mejor partido e incluso recuperó algunas piezas guardadas por años.
Entre la infinidad de medios que utilizan los Reyes para desplazarse, la Carroza de Oro, que el pueblo holandés le regaló a la reina Guillermina con motivo de su entronización, es la más pintoresca. Se la usa para llegar al Parlamento el Día del Príncipe, aunque ahora, mientras está en reparación, se utiliza la Carroza de Cristal, otra de las joyas del parking real.
Amantes del yachting, una tradición que se remonta a los tiempos de la reina Juliana, suelen embarcarse en el De Groene Draeck (Dragón Verde), un clásico de madera y doble proa que el pueblo le dio a Beatriz en 1966 como regalo de boda. Allí se escribieron varios capítulos fundamentales de la historia familiar. Fue en el Dragón Verde, mientras navegaban cerca de la costa italiana, que Máxima conoció a su suegra; y también en esta embarcación los Reyes recorrieron Ámsterdam el día de su proclamación, el 30 de abril de 2013.
En junio de 2020, los reyes de Holanda adquirieron una lancha de superlujo, un Wajer 55, en el astillero Wajer Yachts, en Heeg. Lo pagaron 2,3 millones de dólares y lo bautizaron “ALMA”, las primeras letras de sus nombres, Alexander y Máxima.
En 2019, además, los Reyes sustituyeron el Fokker 70 con el que volaban por un Boeing 737 Business Jet valuado en 90 millones de euros que puede ser usado tanto por los monarcas como por los miembros del gobierno. Guillermo Alejandro puede pilotearlo ya que KLM es la responsable de este avión y es en esta compañía donde está autorizado para operar como piloto. Entre todas las comodidades que posee, la más curiosa es que el baño tiene hasta ducha.
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