La cara oculta de la Magdalena
Un sinfín de investigaciones da cuenta de que no fue prostituta. Mujer de recursos, habría ayudado a financiar la prédica de Jesús. La revisión histórica de su mítica figura afirma que fue su discípula dilecta y hasta pudo haber rivalizado con el apóstol Pedro
La pintaron como la más bella. La cantaron como la que derramó mayor cantidad de lágrimas. Joaquín Sabina la soñó dueña de "un corazón tan cinco estrellas que hasta el hijo de un Dios, una vez que la vio, se fue con ella".
María Magdalena. Ni por asomo es la figura más citada del Nuevo Testamento: apenas se la menciona doce veces. Pero eso bastó para granjearle siglos de pinturas, poemas, novelas, canciones, peregrinaciones, devoción popular. Y polémicas.
Con esa marca irrumpe en el siglo XXI. De la mano de teólogos, feministas, investigadores y arqueólogos que están revisando la historia tantas veces contada. A partir de sus estudios, emerge una nueva Magdalena: una mujer que no habría sido prostituta, sino la mejor discípula de Jesús. Que incluso habría disputado con el apóstol Pedro el liderazgo del incipiente movimiento cristiano. De confirmarse la más leve de estas hipótesis, las consecuencias culturales y religiosas serían enormes.
Así lo creen los realizadores de Las dos Marías, documental emitido en Navidad por la CNN: "Los debates no están claramente terminados debido a la importancia de los temas subyacentes: la autoridad en la Iglesia y el rol de la mujer –dice Sigourney Weaver, narradora del programa–. Pero este renovado interés en María Magdalena podría marcar el camino a un mejor futuro, una vez recuperado el pasado auténtico".
Hasta hace poco, la existencia de estas investigaciones era conocida sólo por un reducido circuito académico. El éxito de ventas de la novela El Código Da Vinci hizo que, repentinamente, esas recoletas discusiones llegaran al público masivo. Se sabe: el libro de Dan Brown es pura ficción. Sin embargo, en la arbitraria sucesión de datos que manipula el novelista asoman indicios de debates reales. Son la punta del iceberg de una historia tan apasionante como la mejor novela de intrigas.
¿Quién fue el personaje histórico conocido como María Magdalena? La respuesta exige prepararse para un viaje a los comienzos de nuestra era. Hay que situarse mentalmente en una época donde la distinción entre cultura occidental y oriental no tenía sentido. La escritura era recurso de unos pocos. La mayoría de las tradiciones se transmitía de manera oral. ¿Cómo reconstruir procesos desarrollados en semejante marco? Historiadores y arqueólogos deben manejarse con jirones de documentos que sobrevivieron a la destrucción del tiempo y las guerras. Interpretar esa delicada cadena de datos exige la sagacidad de un detective. Así lo entendió la teóloga holandesa Esther de Boer, autora de María Magdalena, más allá de mito (Lumen). En su investigación, De Boer estudió los cuatro evangelios que forman el Nuevo Testamento (Marcos, Lucas, Juan, Mateo), tratados de historiadores de la época, documentos no literarios (papiros, restos arqueológicos) y "lo que restituyó la arena del desierto": una serie de códices encontrados en Egipto entre fines del siglo XIX y mediados del XX. Los más famosos son los de Nag Hammadi, que incluyen el Evangelio de Tomás y el Evangelio de Felipe. Se trata de textos escritos por cristianos gnósticos, una tendencia que tuvo un importante desarrollo durante el siglo II. Luego fueron declarados herejes, y la mayor parte de sus documentos se perdieron. El hallazgo de algunos de estos escritos está permitiendo conocer mejor las controversias que conmovieron al primer cristianismo.
A partir de todos estos materiales, De Boer construyó su hipótesis sobre la María Magdalena histórica. "Debía su nombre a la ciudad de Magdala, de donde provenía –indica la teóloga holandesa–. Era una próspera ciudad ubicada sobre el mar de Galilea, en el centro del tráfico comercial de la época." Una urbe rica, que sufría bajo la dominación romana y protagonizó numerosas revueltas. La estudiosa supone que la joven María habría disfrutado de un fluido contacto con las culturas helénica y judía. Pero también habría padecido los efectos de la convulsión política. Estas vivencias la podrían haber hecho especialmente receptiva a la prédica no violenta y espiritual de Jesús.
De Boer coincide con otros investigadores al indicar que, junto con otras mujeres, formó parte del núcleo más íntimo de discípulos. Algunos incluso afirman que participó en la Ultima Cena. Y suman siete discípulas mujeres a los tradicionales doce. María de Magdala habría sido la más cercana al Maestro. En esto coinciden tanto los evangelios gnósticos como los del Nuevo Testamento. De acuerdo con estos textos, presenció la Crucifixión de Jesús, su entierro, vio la tumba vacía y fue la testigo privilegiada de la Resurrección. FueÛ valiente, porque permaneció junto a la cruz cuando los discípulos varones huyeron. Y fue la elegida, porque a ella se le encomendó difundir "la buena nueva". Se lo piense desde la fe o desde la visión histórica, todo señala que tuvo un lugar de suma importancia.
Otros estudios sugieren que podría haber predicado ella también, haber tenido sus propios discípulos y hasta haber sido objeto de los celos de Pedro, que la consideraría su rival.
¿Cómo hacía una mujer para llevar el tipo de vida inestable que exigía pertenecer al grupo de Jesús? La investigadora Susan Haskins, autora de María Magdalena: mito y metáfora, afirma que era una mujer económicamente independiente. Esto lo deduce porque nunca aparece definida por su relación con un hombre, sino por su lugar de nacimiento. Haskins sugiere que aportaba recursos para que los predicadores itinerantes llevasen adelante su trabajo. Se sabe que en aquellos tiempos existían mujeres que tenían posesiones y se expresaban públicamente. En esta línea se inscribe el profesor Marvin Meyer, de la Universidad Chapman. En el citado documental de la CNN, explica: "Todo parece indicar que en el origen del movimiento cristiano las mujeres jugaban un papel fundamental".
Independiente, con recursos, merecedora de la mayor confianza de Jesús. ¿Qué hay de la sensual "mujer pública" arrepentida? No existió. Fue un error de interpretación que prevaleció durante catorce siglos.
Ahora bien, la imagen de la prostituta tiene una enorme fuerza cultural. La Iglesia la rectificó a fines de los años 60, sin que este acto tuviera mayores repercusiones. El Concilio Vaticano II (1962-1965) ordenó hacer una revisión del Misal Romano. En la publicación resultante, María Magdalena aparece definida como "una de las mujeres que seguían a Cristo en sus viajes". Ni rastros de la famosa penitente.
Para encontrarla, hay que remontarse al siglo VI. Tiempos del papa Gregorio Magno. En ese momento es cuando se realiza la gran operación que definiría la identidad de Magdalena durante los siglos venideros.
Era una época turbulenta. El Imperio Romano de Occidente se derrumbaba, asolado por plagas, hambruna y la amenaza de invasiones germánicas. El cristianismo había pasado de ser una secta perseguida a convertirse en religión oficial. En este contexto, la necesidad de unificar el credo era también un imperativo político. Gregorio se propuso dar respuestas claras a las inquietudes de los creyentes, aun a costa de la simplificación. En la lectura de los evangelios a veces se suscitaban confusiones ante la presencia de diversas mujeres que respondían al nombre de María. Entonces, Gregorio fundió en una sola mujer las características de tres: María Magdalena, María de Betania y una pecadora no identificada que aparece en los textos de Lucas. De la síntesis de esas tres figuras surge la prostituta arrepentida que, además, participa en los sucesos de la Pasión.
Las corrientes feministas leen este hecho en clave de género. Para ellas, de lo que se trató fue de consolidar una Iglesia signada por la mentalidad masculina, en la que no habría espacio para voces femeninas. La figura de María Magdalena resultaba conflictiva; entonces, se la convirtió en prostituta.
La profesora Katherine Ludwig Jansen (colaboradora del libro Los secretos del Código) tiene una postura más moderada. "Sería un grueso error de interpretación histórica verlo como una conspiración o un acto malicioso de parte de Gregorio Magno –señala–. Lo que ocurría es que necesitaba crear alguna suerte de certeza y estabilidad para su comunidad." Para Jansen, la identificación arraigó porque satisfacía una necesidad profunda desde el punto teológico: "Reconfigurada como gran pecadora, estaba en posición de transformarse en una gran santa".
La argentina Diana Rocco Tedesco (doctora en Historia por la UBA) esgrime una opinión similar. "La propuesta de los primeros cristianos, que era innovadora en cuanto al lugar de la mujer, se adaptó muy tempranamente al patrón social hegemónico. Es decir, al patriarcado. Eso mismo fue lo que le permitió a la nueva Iglesia sobrevivir y perdurar."
Finalmente, el interrogante que estimuló la imaginación de varias generaciones: ¿existió un vínculo sentimental entre el Nazareno y María de Magdala? El tema fue muy tratado desde la ficción. José Saramago lo incluye en su libro El evangelio según Jesucristo. También el griego Nikos Kazantzakis en La última tentación, novela que Martin Scorsese llevó al cine. Dan Brown es el que llegó más lejos: en El Código Da Vinci sugiere una relación conyugal con posible descendencia.
Pero, ¿qué tienen para decir los estudiosos del tema? "No hay evidencia", responden.
Con respecto documentos tales como el Evangelio de Felipe, donde se puede leer que "el Salvador amaba a María Magdalena más que a todos sus discípulos y acostumbraba besarla en la boca", Esther de Boer afirma: "Estos textos muestran la intimidad entre maestro y alumna. No se debe entender este besar en el sentido sexual, sino en el espiritual".
Lo cual no es poco para quienes reivindican a la nueva Magdalena. Se trata, nada menos, de la distancia que va de la pecadora perdonada a la discípula respetada y elegida. Distancia abismal, por cierto. Tan abismal como el misterio que desde hace tres milenios rodea a la enigmática mujer oriunda de Magdala.
Para saber más:
www.magdalene.org
www.beliefnet.com
Redescubrila
Por Diana Rocco Tedesco (*)
María Magdalena era una de las seguidoras y discípulas de Jesús. Por el lugar que ocupa en los evangelios canónicos, es la más importante de ellas, puesto que en todos los textos que la nombran, menos uno (Juan 19:25), siempre aparece en primer lugar, y este dato es importante para establecer su rango. Que Jesús aceptaba discípulas mujeres está claro también en el Evangelio de Lucas 10:39. Allí se menciona a otra María, "que se sentaba a los pies del Señor", un eufemismo para señalar que era aceptada como discípula. Aunque no imposible, esta situación era muy rara en tiempos de Jesús, y puede decirse que es uno de los aportes del temprano movimiento cristiano, que nivelaba a mujeres y hombres sin hacer diferencias entre ellos por causa de su sexo. Así, Pablo en la Epístola a los Gálatas 3:28, dice: "Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús". Esta proclama propia de un nuevo movimiento que luchaba por una sociedad más justa, pronto fue matizada con expresiones más moderadas. El protagonismo de María Magdalena es recogido también por algunos grupos gnósticos que la convierten en la intermediaria entre el Maestro y sus discípulos. Así aparece en el Evangelio de María, donde la Magdalena encarna la postura del grupo heterodoxo y Pedro, protestando por tener que recibir enseñanza "de boca de mujer", la posición de la Iglesia obispal monárquica que triunfa en Nicea en 325. Otros evangelios gnósticos ofrecen la imagen de una relación cercana e intensa de María con Jesús. Esto señala que el lugar de las mujeres en estos grupos era destacado. Podían predicar, recibir revelaciones directas del fundador del movimiento y enseñar. La Iglesia, que se impone a través de su alianza con el poder político imperial, confinó a la mujer al espacio privado y destinó al hombre el espacio público y de poder. El ámbito privado podía ser su hogar o el convento, pero siempre había un varón que las cuidaba, bajo cuya autoridad estaban. Las mujeres quedaron relegadas al lugar de adolescentes eternas, que necesitaban de ese cuidado. Esto por supuesto era una construcción cultural que justificaba el lugar social que se les adjudicaba. ¿Por qué podemos ahora redescubrir a María Magdalena? Porque las mujeres nos redescubrimos a nosotras mismas y podemos hacer una lectura de los mismos textos bíblicos y no bíblicos que se leyeron durante 2000 años desde otro lugar, el nuestro. María Magdalena es un arquetipo femenino que hemos rescatado de la historia del cristianismo porque demuestra que las mujeres podemos ser protagonistas y ocupar espacios públicos. Ahora lo podemos aceptar y entender, porque gracias a una larga historia de luchas feministas, la sociedad está lo suficientemente madura como para reconocer este nuevo lugar relacional de lo femenino/masculino.
(*) Especialista en Historia de la Iglesia Antigua
La discípula
Por Luis Heriberto Rivas (*)
Entre los discípulos de Jesús había varones y mujeres. Una novedad en ese tiempo, porque los maestros no admitían discípulas. María Magdalena fue una discípula de Jesús que se destacó por ser la primera en ver al Señor Resucitado. Enviada por El, anunció este hecho a los Apóstoles, y por eso fue llamada en la antigüedad apóstol de los apóstoles. Por esa razón, algunos siglos después, varios evangelios "apócrifos" la presentaron como poseedora de mensajes que Jesús no había dado a los apóstoles.
Por un error histórico –producido entre los siglos V y VI– María Magdalena (o María de Magdala) fue confundida con otra María, la hermana de Lázaro (María de Betania). Además, la hermana de Lázaro derramó perfume sobre los pies de Jesús, como en otra oportunidad lo hizo una anónima pecadora arrepentida. Entonces las dos "Marías" fueron confundidas con aquella pecadora y todavía hoy mucha gente habla como si ésta fuera María Magdalena. Son escenas parecidas en las que intervienen personas diferentes, pero por estas semejanzas se terminó hablando de tres mujeres como si fueran una sola.
El evangelio no dice que María Magdalena haya sido la pecadora arrepentida. Tampoco hay indicios de que estuviera unida a Jesús por lazos afectivos especiales o por matrimonio. Eso lo dicen los que toman en este sentido los gestos de la pecadora arrepentida de Lc 7, 37-38 o de María de Betania en Jn 12, 3, pero entienden mal esos textos y confunden a María Magdalena con otras mujeres.
(*) El Pe. Rivas es profesor en la Facultad de Teología de la UCA
Los libros
- Algunas de las numerosas publicaciones que la mencionan: Gerald Messadié, El complot de María Magdalena, Grijalbo (ficción); Martín Mazora, María Magdalena condenada, Sigmur (ficción); Esther De Boer, María Magdalena, más allá del mito, Lumen (ensayo); Verdad o ficción, Lumen (ensayo); Los secretos del Código, Emecé (ensayo); Iker Jiménez, Diccionario del Código Da Vinci, Edaf (ensayo); René Chandelle, Más allá del Código de Da Vinci, Robin Book (ensayo).
Fortaleza de vida
Por Esteban Lopez Del Pino (*)
María Magdalena es fuente de esperanza en nuestro camino de identificación con Cristo. El evangelio nos habla de una mujer que fue librada de varios demonios. Sabemos que algunas mujeres, tras recibir algún favor por parte del Maestro, decidían servirle con sus bienes; éste es también el caso de María Magdalena. Ella nos señala que el "amor con amor se paga". Por tanto, es natural, al contemplar su vida, que nos preguntemos cómo manifestamos nuestro agradecimiento ante tantas gracias recibidas.
Jesús encuentra en el corazón de María Magdalena un amor que irá creciendo y llegará a tener la manifestación madura de permanecer junto a la cruz, cuando muchos de los apóstoles –hombres rudos– sintieron temor y lo abandonaron. Jesús resucitado se aparece primero a dos personas que eran pecadoras, pero que buscaban cambiar a través de la contrición: Pedro y Magdalena. Como decía San Josemaría Escrivá de Balaguer, la vida cristiana consiste en comenzar y recomenzar una y otra vez, siempre. Por eso, no nos resulta extraño observar, en las últimas páginas de los evangelios, el relato del encuentro de Jesús con María Magdalena. En esa escena, una vez más, nos llenamos de esperanza, sabiendo que a pesar de nuestras miserias por el arrepentimiento podemos llegar a ser muy buenos amigos de Cristo, que eso son los santos.
(*) Coautor del libro "Verdad o Ficcióndel Código Da Vinci", Ed. Lumen