Durante años no fueron más que parte del mismo grupo de amigos, pero las cartas del tarot sembraron una semilla
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Asistir al casamiento de tu jefe es un hecho que cualquiera puede vivir. Lo que es difícil de imaginar y menos aún de adivinar, es que dieciséis años después en otro casamiento, con el mismo grupo de amigos del trabajo, estarías siendo vos la novia protagonista ¿y el novio? aquel que era el último que pensabas.
“Era el jefe divertido”
María (39) y Arturo (53) se conocieron en el año 2005 cuando María empezó a trabajar en un juzgado en San Isidro. En aquel entonces ella tenía 20 años y Arturo 33, él era el secretario lo que lo convertía en el jefe. Era un chico aplicado, responsable, exigente y, a los ojos de María, sus 33 años lo convertían en un hombre grande. Pero en los almuerzos de trabajo Arturo era el jefe divertido, con el que reían todos a carcajadas. Formaron un grupo de amigos con el que hacían asados en la casa de María que vivía a cuatro cuadras del trabajo, ella estaba de novia hacia tres años así que sus compañeros de trabajo no eran más que un nuevo grupo de amigos. Por su parte Arturo también estaba de novio y se casó en el 2008, “fui a su casamiento con todos los del juzgado, muy divertido, me re acuerdo”, cuenta María que en aquel evento nada inusual pasó.
Al año siguiente María renunció al juzgado pero siguió en contacto con todos sus amigos y hacían juntadas entre todos que eran muy graciosas y donde ella no tenía ninguna relación particular con ninguno. En el 2013 Arturo renunció al juzgado de San Isidro para trabajar en una fiscalía de la ciudad en el mismo piso donde María trabajaba para otra fiscalía de la ciudad. Con escritorios cercanos, él casado y ella soltera, se reencontraron pero ya no en una relación de jefe – empleada sino que en una relación más distendida y de amistad. Es que claro, tampoco podía ser de otra forma porque en aquel entonces Arturo solo tenía ojos para su esposa y María estaba en la suya, a veces de novia otras veces soltera.
“Cada vez que hablábamos por teléfono era una hora y media que llorábamos de la risa”
Mientras María seguía con su trabajo Arturo renunció para ir a trabajar en una empresa privada que lo llevó a Costa Rica. Corría el año 2016, cuando viviendo en el exterior Arturo se separó de su mujer.
Ya separado cada tanto hablaba con María, siempre como amigos, se escribían algún mensaje para ver como estaban y ponerse al día, “cada vez que hablábamos por teléfono era una hora y media que llorábamos de la risa, nos divertíamos mucho hablando. Al punto que yo lo comentaba en mi casa, les contaba che estuve hablando con Artur y me contó tal cosa”, recuerda María. Varios años atrás Arturo había sido el jefe de los dos hermanos de ella que también trabajaron en la fiscalía pero en distintos periodos.
En paralelo María cuenta que, allá por el año 2017, una amiga le tiró las cartas del tarot y le salió el sol y el emperador que son dos cartas fuertes, “pero cuando yo le preguntaba por el amor -estaba re soltera- me decía que las cartas mostraban alguien más grande con sabiduría y protector. Yo no sé por qué pero se me vino a la cabeza Artur”, cuenta María de esa sensación inexplicable porque para ese entonces jamás hubo alguna mirada, un avance o algo que pudiera hacerla pensar en otra cosa, de hecho cuando él viajaba a Buenos Aires de visita se veían en grupo, nunca solos.
“La intuición no falla”
Arturo y María seguían con sus conversaciones, se contaban cuando alguno de los dos salía con alguien, pero desde las cartas del Tarot algo en María cambió, tenía dentro suyo una intuición y no se la podía sacar de la cabeza: “te juro que la intuición no falla, se me venía a la cabeza y cuando pensaba en él se me venía una imagen como muy hogareña, yo en un sillón leyendo un libro y él que pasaba por atrás y me daba un beso en la cabeza, medio como un hogar, muy raro todo”, confiesa María de lo que sentía en aquel entonces.
Un día, en un viaje familiar su hermano le dijo “vos vas a terminar con Arturo”. También le pasó que en otra situación su papá le preguntó si no le interesaba Arturo, María extrañada con la pregunta cambió la conversación.
Comenzó el año 2020 y con él llegó la pandemia. De un día al otro Arturo no solo no respondía sino que tampoco le llegaban los audios. María le escribió a otro amigo del grupo para saber si tenía alguna novedad y ahí se enteró que Arturo renunció a su trabajo, se fue de viaje a Francia pero quedó varado por el coronavirus. El amigo en común tampoco lo podía ubicar, se asustaron pensando en que tal vez estuviera internado en París, pero al abrir la cuenta de Facebook recibió un mensaje de Arturo con su nuevo número de teléfono, “había perdido el teléfono y le pasó de todo, me acuerdo de llorar de risa en esa conversación y me dijo que en noviembre venía de visita y acordamos un día para juntarnos con todos”, cuenta a modo de anécdota María.
Sin un plan pero convencida de que tenía que intentarlo
María se sentía inquieta, ya eran muchos años de una intuición que no podía ignorar pero Arturo no daba señales de nada, ¿si se arriesgaba sería correspondida o echaría todo a perder? ¿Cuál era el mejor modo de encararlo? Sin ningún plan fue a reunirse con el grupo al Bar Lucero ubicado en Palermo, un sitio que ella amaba. Mientras todos se ponían al día María no dejaba de pensar en que algo tenía que hacer, pero no se le ocurría qué. Pensó en contarle todo lo que le pasaba a su amiga pero no se animó. Cuando todos se fueron yendo María le dijo a Arturo, “te acompaño hasta tu casa, la noche está re linda”, es que él había alquilado un Airbnb cerca de su casa. Para cuando llegaron al destino ella no tenía definida aún la estrategia.
Al pasar por la puerta de un bar abierto Arturo la invitó a tomar algo, pidieron un vaso de vino que les sirvieron en vaso de plástico porque el lugar estaba cerrando, y allí, inspirada por cupido o por su intuición, María dijo: “Che Artur, vos soltero, yo soltera, si en dos años no se nos da hagamos la típica y enganchémonos, ¿lo pensaste alguna vez?”.
Arturo no lo dudó y respondió “Sí”.
María atónita exclamó: “¿Qué?”
“Sí, obvio que lo pensé, mil veces”, aseguró.
Arturo confiesa que le resultaba difícil dar el primer paso porque él conoce a sus hermanos, a sus padres, “tenía una relación muy cercana con toda la familia, ella era más chica, para mí era super difícil dar el primer paso”, explica Arturo.
Y así fue como decidieron comenzar a salir. María le preguntó a su papá por qué aquella vez le había preguntado si le interesaba Arturo, y su papá le respondió: “Porque lo nombrás más de lo que imaginas”. La intuición de un padre hacía su hija tampoco falla, María retrocedió y se dio cuenta de que lo tenía a Arturo presente de manera constante y que siempre hablaba de él.
“Dormíamos con el teléfono al lado para dormir acompañados”
Con un nuevo trabajo en Panamá Arturo viajaba a Buenos Aires cada dos o tres meses para verse con su ahora novia, y mantuvieron durante el 2021 una relación de noviazgo a la distancia. “Empezamos por teléfono y después con camarita. Teníamos citas online donde nos poníamos lindos y tomábamos un vino. Mirábamos una serie juntos, contábamos hasta tres para poner play a la misma vez, nos íbamos a dormir con el teléfono al lado para dormir acompañados”, relata María de aquella época.
Pero las relaciones a distancia no son fáciles, se extraña y cuesta. Algo tenían que hacer. Después de conversarlo, María pidió un año de licencia en su trabajo y se fue a Panamá: “Estuvo muy buena la experiencia, nos reencontramos porque si bien nos veíamos cada vez que él venía para acá no era tan real la convivencia. Fue un año en el que viajamos, fuimos a visitar a mi hermana a Barcelona”, cuenta María. Fue un año de puro amor en el exterior pero tenía fecha de vencimiento: ella tenía que regresar a su trabajo y él, cansado de estar siete años viviendo afuera decidió volver a Buenos Aires y formar juntos algo serio acá.
El 13 de Julio del año que corre fue un día lluvioso y quizá el más frío que hayamos tenido. Con pocas ganas de salir de su casa María se abrigó para ir a Lucero, su bar en Palermo a conocer a Tincho, un íntimo amigo de Arturo.
Arturo estaba nervioso, María se dio cuenta enseguida, pero no podía descifrar que le pasaba, ¿cuál era el problema de conocer a su amigo? Ya estaban todos grandes, no le iba a caer mal, y sino encontrarían una solución. Tres veces cambiaron de mesa porque, por algún motivo que María no supo explicar al mozo, a Arturo las mesas no le convencían. Tomaron tres tragos pero Tincho no llegaba, María pensó que sería de mal gusto que el amigo entrara con su esposa al bar y encontrara una mesa de tan solo tres sillas y todos los tragos que habían tomado, así que decidió que lo mejor era pedir la cuenta y seguir esperando al amigo desconocido.
En el mientras tanto y sin previo aviso, Arturo extendió un sobre que contenía una carta de cuatro hojas escrita con lapicera en papel de carta, “decía unas cosas muy lindas y al final preguntaba ¿te querés casar conmigo?”, hecha un mar de lágrimas con el correr de las páginas, al llegar a la interrogación final María no dudó en su respuesta y ahí se dio cuenta de todo: los nervios, los cambios de mesa y el amigo Tincho que nunca llegó.
Si bien venían hablando del tema María se sorprendió, lo que tampoco sospechó es que Arturo dos semanas antes fue a la casa de su futuro suegro a pedir la mano de su hija. El 6 de abril de 2024 sellarán su historia de amor, e intuición.
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