Nuevos aires para el Festival Internacional
Hablan Rubén Szuchmacher y Alberto Ligaluppi
"Poner en tensión a la producción local"; "generar diálogo con la comunidad teatral"; "buscar la sorpresa": éstas son algunas de las expresiones que parecerían definir el nuevo rumbo del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) y que surgen de la conversación que LA NACION mantuvo con sus nuevos directores: Rubén Szuchmacher y Alberto Ligaluppi. Ambos están muy entusiasmados. Szuchmacher, reconocido actor, director y gestor porteño, dice que "he hablado tanto, he producido tanto en torno de la gestión que no podía dejar pasar esta posibilidad que, además, me permite dar un salto muy grande".
El nombre de Alberto Ligaluppi quizá no sea muy conocido en la ciudad. Es pampeano; desarrolló tareas en el campo de la dirección teatral y la docencia en San Luis, y ahí también creció como artista plástico. Vivió muchos años en Nueva York, donde consolidó su trabajo como curador de arte y productor; de regreso en la Argentina en los años 80, se afincó en Córdoba. Allí trabajó para el Festival Latinoamericano de Teatro, que llegó a dirigir en sus últimas ediciones. Actualmente es curador del Festival Mercosur y se desempeña como director de Cultura del Instituto Goethe, en Córdoba. "Soy una persona del interior -dice- y eso me llevó a dudar respecto de aceptar este ofrecimiento. Es todo un desafío y me obliga a hacerme muchas preguntas. Pero creo que la experiencia que tengo, después de haber manejando festivales durante 20 años, me sirve para desarrollarme aquí y hacer mi aporte al FIBA. Si no tuviera esa historia fuerte y muchas relaciones en el exterior, no sé si eso sería posible."
Ambos funcionarios se conocen desde hace tiempo y comparten muchas ideas sobre las características de un festival de teatro. Ligaluppi explica: "Estamos en tiempos en que los festivales están volviendo a enraizarse en las ciudades". Y por eso cree necesario que el FIBA "se inserte dentro de lo que es la cultura teatral de la ciudad y provoque un ida y vuelta entre los grupos que llegan del exterior y el teatro local, tanto entre los artistas como en sus asociaciones. Los creadores de Buenos Aires, además, tienen muchísimo para aportarles a los visitantes".
"Pensamos mucho acerca de qué significa un festival hoy -agrega Szuchmacher- en una ciudad que produce casi 500 espectáculos por fin de semana. Tenemos que tratar de que el festival genere un diálogo con esa producción. Creo que el FIBA fue perdiendo esa relación con el medio. Y esto no sólo ha sucedido en Buenos Aires, sino en la mayoría de las ciudades."
-¿Cómo se construiría esa relación entre el festival y la ciudad?
Rubén Szuchmacher: -La idea no es mostrar la ciudad a través del festival ni tampoco hacer intervenciones urbanas. Hay preguntas que son interesantes de responder: para qué un festival y para quiénes. Buenos Aires es una ciudad con mucha oferta teatral y muy variada. Entonces, el público conoce mucho; tiene cosas en su imaginario y resulta difícil acercarle algo que lo toque verdaderamente. Nosotros queremos que la programación, a la larga, demuestre que produjo modificaciones en la producción artística local. Un festival debe quedar reflejado en la obra de los artistas; debe tener un efecto multiplicador; si no lo tiene es un problema.
Programación
Las artes performáticas tendrán un espacio importante en el nuevo diseño del FIBA, también los proyectos de cruce pero con fuerte riesgo. Habrá también una vuelta a la región latinoamericana. "Es importante volver a capturar la creación que tenemos muy cerca de nosotros y que no estamos mirando", afirma Szuchmacher.
En cuanto a la programación nacional, no se ceñirá a pocos espectáculos sino que se buscará que puedan verse muchos trabajos y de diferentes cualidades. En esta línea no estará ausente el teatro del interior del país. "Ni Alberto ni yo tenemos favoritos en el sentido estético -afirma Rubén Szuchmacher-. Aceptamos cualquier espectáculo, de cualquier tendencia, mientras tenga calidad".
Polémicas
- Szuchmacher y Ligaluppi asumen sus cargos en medio de una polémica respecto de la orientación del FIBA, a la que se suma a una carta de Graciela Casabé, anterior directora del Festival, que denunciaba que el equipo estaba siendo desarmado. Al respecto, Ligaluppi sostiene: "Los 10 años de Graciela han sido muy importantes pero son un proceso cerrado. Durante ese tiempo organizó un festival que fue muy reconocido por su nivel de producción y nosotros vamos a intentar otro camino y otro formato de festival". Szuchmacher, por su parte, aclara que "no venimos con equipos. Traemos ideas para trabajar con la estructura que hay".