La viuda y las hijas del expresidente de la empresa se enfrentan con su hijo adoptivo en una demanda, desafiando las tradiciones patriarcales de un conglomerado que vale 10.000 millones de dólares
SEÚL.- Cuando Koo Bon-moo, presidente del conglomerado surcoreano LG, falleció en 2018, no hubo muchas dudas, al menos no para el público, sobre quién sería el siguiente en presidir la empresa.
LG, un imperio corporativo de 10.000 millones de dólares, se rige por el principio de primogenitura masculina. La sucesión en esencia se resolvió 14 años antes, cuando Koo y su esposa adoptaron a su sobrino mayor, Koo Kwang-mo. La adopción fue necesaria debido a una tragedia y a la tradición, porque el hijo adolescente de la pareja murió en 1994 y sus intentos por conseguir otro heredero solo dieron como resultado una segunda hija.
La familia Koo ha controlado LG desde su fundación en 1947 y la transición que elevó a Kwang-mo al mando parecía impecable, pues puliría la reputación armónica de la familia.
No lo fue.
El expresidente murió a los 73 años, sin dejar testamento. La secuela fue una lucha de poder entre la familia Koo y LG por la herencia de su fortuna, que se calcula en 1500 millones de dólares, incluida su participación del 11% en la empresa. Ahora, cinco años después, la viuda y las dos hijas del expresidente presentaron una demanda en contra de Koo Kwang-mo, en la que los acusan a él y a otros ejecutivos de LG de haberlas engañado para robarles su herencia legítima a fin de fortalecer la posición de Kwang-mo al frente de la empresa.
Las mujeres señalaron que quieren toda su herencia, pero no buscan el control de LG.
La demanda no solo enfrenta a la matriarca de una de las familias más ricas de Corea del Sur y a sus hijas con el heredero adoptado, quien ahora es una de las figuras empresariales más influyentes del país; también cuestiona la tradición patriarcal de LG que le permite al sucesor hombre de mayor edad quedarse con el poder y la riqueza, y deja a las mujeres de la familia en segundo plano en la empresa.
LG, empresa omnipresente en Corea del Sur, es una sociedad tenedora de acciones que consta de 11 empresas que cotizan en bolsa, entre ellas LG Chem, la empresa de materiales y productos químicos más grande del país, y LG Electronics, cuyos televisores, lavavajillas y otros electrodomésticos son populares en todo el mundo.
La familia Koo es uno de los pocos clanes ricos -junto con la familia Lee de Samsung, la familia Chung de Hyundai y la familia Chey de SK- que dirigen los conglomerados conocidos como chaebols, que durante décadas han dominado la economía de Corea del Sur.
Drama
En un documento judicial que parece el guion de un drama televisivo que implica a una de las mayores empresas del país, la viuda del expresidente, Kim Young-shik, y sus hijas, Koo Yeon-kyung y Koo Yeon-sue, acusaron a los ejecutivos de LG de estar complotados con Koo Kwang-mo y su padre biológico para estafarlas.
En transcripciones de conversaciones grabadas en secreto y presentadas junto con los documentos legales, Koo Kwang-mo le suplica a su madre adoptiva que no impugne la herencia porque dañaría la imagen de LG y su liderazgo en la empresa, lo cual podría manchar su reputación ante el pueblo coreano.
“A lo que más le temo es a la opinión pública”, dijo, según la transcripción. “¿Cómo se va a percibir esta situación? Pensarán que me volví avaro o que no fui a visitar y cuidar bien a mi madre”.
Además, las mujeres acusaron a Ha Beom-jong, el asistente del expresidente y ahora presidente de LG, de engañarlas haciéndoles creer que había un testamento que le dejaba todo a Koo Kwang-mo. Conforme a la ley surcoreana, sin testamento, la viuda tendría derecho a heredar una tercera parte de los bienes y el resto se dividiría en partes iguales entre las dos hijas y Kwang-mo.
En cambio, según las mujeres, fueron engañadas para llegar a un acuerdo en el que casi el 75% de la herencia quedaba en manos de Kwang-mo. La demanda, presentada ante el Tribunal del Distrito Oeste de Seúl, busca redistribuir la herencia de acuerdo con las normas legales.
“No podemos soportar que se ignoren nuestros derechos, protegidos por la Constitución y la ley, tan solo porque somos mujeres”, afirmaron en una nota presentada junto con la demanda.
Yulchon LLC, un estudio jurídico que representa a Kwang-mo, dijo en un comunicado que la herencia es “un asunto resuelto en términos legales” que se acordó hace cuatro años tras largas negociaciones y que ha habido unas diez rondas de consultas y varias correcciones desde la muerte del presidente. También hizo notar que Kim había firmado un documento en el que aceptaba que Kwang-mo recibiera las acciones de LG y los activos relacionados con el control de la empresa.
Aunque LG no forma parte de la demanda, también ha realizado una enérgica defensa de Kwang-mo en declaraciones públicas. LG también ha insinuado que las mujeres intentaban disputarle a Koo Kwang-mo el control de la empresa, algo que ellas niegan.
“No se puede tolerar ningún intento de hacer tambalear la tradición y los derechos de gestión de LG”, declaró la empresa en un comunicado a principios de año.
Las profundas raíces de LG
LG fue fundada por Koo In-hwoi, bisabuelo de Kwang-mo, cuando el país aún estaba saliendo de la dominación colonial japonesa y se estaban formando gobiernos rivales en el norte y el sur, preparando el terreno para la Guerra de Corea. Originalmente llamada Lak Hui (pronunciado “suerte”) Chemical, el producto estrella de la empresa fue una crema cosmética. Tras cambiar su nombre por el de Lucky Goldstar, fabricó productos para una Corea en proceso de modernización, como la primera pasta de dientes, la primera radio y el primer lavarropas del país.
Cuando Koo Bon-moo, nieto del fundador e hijo mayor de seis hermanos, tomó el relevo en 1995, la empresa, ahora llamada LG, estaba profundamente arraigada en la vida coreana. LG construyó departamentos, creó un instituto de investigación económica y fundó un equipo de béisbol.
Un año antes de que Koo ascendiera a la presidencia, su hijo de 19 años murió de un ataque al corazón pocos días después de graduarse de la secundaria, dejando a la familia con una hija pero sin heredero varón. Kim, la viuda del presidente, dice que intentaron tener otro hijo. Dos años después, cuando tenía mucho más de 40 años, tuvo una hija, Yeon-sue.
En una declaración, Yeon-sue, ahora una música de 27 años, dijo que para sus padres, el dolor de perder un hijo se vio agravado por el problema de la sucesión.
“Así son las cosas en mi familia”, escribió. “Solía sentirme culpable por no haber nacido varón”.
Sin un heredero masculino, Kim dijo que su suegro los presionó para que adoptaran a Kwang-mo, que entonces tenía 26 años. Era el hijo mayor de un hermano de Bon-moo, Koo Bon-neung. Una década después de la muerte de su hijo, Kim dijo que ella y su esposo cedieron.
“Para mi suegro, eso era muy importante”, dijo.
En 2017, Bon-moo tenía 72 años y aún parecía sano, planificando el futuro de la empresa y saliendo de excursión los fines de semana. Fue al médico porque su cara parecía un poco torcida y le diagnosticaron un glioblastoma, una forma agresiva de cáncer cerebral.
La cirugía cerebral de Bon-moo en abril de 2017 ocurrió sin problemas, pero tras una segunda operación en diciembre, sufrió una convulsión que lo dejó incapaz de hablar, lo que hizo que su salud entrara en una espiral descendente. Murió en mayo de 2018.
Su muerte inició una posible batalla por la sucesión. Durante su enfermedad, la empresa estuvo a cargo de otro de sus hermanos, Koo Bon-joon, que había dirigido uno de los negocios más destacados de LG. Koo Kwang-mo, quien en aquel entonces tenía 40 años, había sido ejecutivo de LG durante una década, pero había acumulado poca experiencia en gestión.
Las cenizas de Bon-moo fueron esparcidas entre los árboles, como era su deseo. Su esposa y sus hijas afirman que, durante los funerales, el padre biológico de Kwang-mo y los funcionarios del LG empezaron a disputarse el control.
Su esposa y sus hijas aseguran que, en medio de la confusión de los procedimientos funerarios, el padre biológico de Kwang-mo y representantes de LG empezaron a buscar el control.
Según las mujeres, el padre biológico de Kwang-mo y representantes de LG contrataron a un cerrajero sin avisarles para que los ayudara a abrir las cajas fuertes del expresidente en la oficina de la empresa y en una residencia vacacional.
Luego, Ha, quien había sido ayudante de Bon-moo, y otro empleado fueron a la majestuosa casa de la familia en Seúl y les dijeron que Koo había dejado un testamento, según contaron las mujeres en entrevistas con The New York Times. Recordaron que los empleados les revelaron que Bon-moo deseaba que todas sus acciones y la presidencia pasaran a su hijo adoptivo, para mantener la costumbre familiar desde la fundación de LG. En un testimonio frente al tribunal, Ha negó haberle dicho a la familia que hubiera un testamento.
“La persona en la que más confiaba mi padre, y que supuestamente lo sabía todo, vino a vernos y nos dijo que había un testamento y, según eso, todo es para Kwang-mo”, comentó en una entrevista Koo Yeon-kyung, la hija mayor, de 45 años.
Según Kim, de 71 años, le aseguraron que debía renunciar a heredar las acciones de su difunto marido para garantizar la sucesión de Kwang-mo y evitar cualquier disputa de su cuñado, Bon-joon. Kim dijo que aceptó, pero le preguntó si Bon-moo de verdad quiso que sus hijas no recibieran acciones. Kim mencionó que, al final, Kwang-mo aceptó darles a sus dos hermanas alrededor de una quinta parte de las acciones de Bon-moo, valoradas en unos 270 millones de dólares al precio actual de las acciones.
Las mujeres señalaron que se les aseguró que iban a recibir el dinero en efectivo del expresidente, otras inversiones y la casa de la familia en Seúl, y que Kwang-mo pagaría cientos de millones de dólares en concepto de impuesto a la herencia. Corea del Sur grava un impuesto de al menos el 50% de los activos heredados superiores a 2,3 millones de dólares.
Disputa por la herencia
Las mujeres afirmaron que siguieron con sus vidas cotidianas. Yeon-kyung, que estudió Trabajo Social, dijo que su padre tenía el deseo de que ella se involucrara en la gestión de las fundaciones de caridad de LG y empezó a trabajar en una de ellas como asesora en 2021.
Por ese entonces, Yeon-kyung comentó que sintió que algo estaba mal cuando solicitó la tarjeta de crédito de una tienda para conseguir un descuento en un regalo para una amiga, pero la rechazaron porque tenía demasiados préstamos. Dijo que quedó sorprendida.
Tras caer en cuenta de lo poco que ella, su hermana y su madre sabían de sus propias finanzas, empezó a ir de banco en banco para pedir los estados de cuenta de años. Había grandes pagos del impuesto sobre la herencia y préstamos garantizados con sus acciones de LG que no coincidían con su idea de que Kwang-mo iba a cubrir por sí solo el impuesto. Cuando empezaron a hacer preguntas al equipo financiero de LG, sintieron que recibían respuestas parciales o evasivas, dijo Yeon-kyung.
Les dijeron que una copia del acuerdo de herencia estaba guardada en un depósito fuera de Seúl y que tardarían semanas en conseguirlo.
Cuando las mujeres descifraron el estado de sus finanzas, se dieron cuenta de que Kwang-mo también había recibido más dinero en efectivo y activos de inversión de lo que creían haber acordado.
“¿No es extraño? Era nuestro dinero, pero no sabíamos cuánto teníamos”, dijo Yeon-kyung. “Empezó a parecer extraño”.
Yeon-kyung, cada vez más desconfiada, señaló que ella y su madre empezaron a grabar en secreto las conversaciones con Kwang-mo y Ha en 2022. A lo largo del año, los intercambios se volvieron más tensos y, a veces, acalorados, según extractos de las transcripciones, los cuales han citado las demandantes como prueba de que los hombres que ahora están a cargo de LG las engañaron.
En una grabación de noviembre de 2022, Kim se quejó con Kwang-mo de que el personal de finanzas las trataba como si pudieran ignorarlas por ser mujeres.
“Ha pasado todo este tiempo y, ahora que lo investigamos, sabemos cuánto se hizo sin nuestro conocimiento”, dijo ella, según una transcripción.
“El ‘nuestro’ que mencionas no me incluye, ¿verdad?”, preguntó Kwang-mo.
Kwang-mo le envió una carta a su madre en enero en la que aclaró los retiros injustificados de sus cuentas. Le dijo que, sin que él lo supiera, a “los empleados” no les alcanzaron los fondos para pagar el impuesto sobre la herencia a su nombre, por eso lo pagaron a nombre de ella utilizando sus activos, pero que tenían planeado devolvérselos. Sin embargo, le pidió que no proclamara sus derechos hereditarios.
“Si cada uno de los ancianos hubiera hecho valer sus derechos conforme a la ley de sucesiones, el control de la gestión de LG no habría pasado a la cuarta generación como ahora”, escribió en la carta.
Un mes después, las mujeres presentaron una demanda.
Por Daisuke Wakabayashi y Victoria Kim
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