La bodega Corazón del Sol celebró diez añadas de Luminoso GSM, el primer blend hecho en la Argentina con las cepas Garnacha, Syrah y Monastrell, típicas del sur de Francia; su propietario, Madaiah Revana, en 2008 asumió el riesgo de iniciar en el Valle de Uco el cultivo de variedades no tradicionales
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TUNUYÁN, Mendoza.– Al resguardo de la Cordillera de los Andes, que vestida de blanco les augura a los viñedos una buena provisión de agua en los meses por venir, la bodega Corazón del Sol, en el Valle de Uco, dentro de la indicación geográfica (IG) Los Chacayes, celebró recientemente con una cata vertical las primeras diez añadas –de 2011 a 2020– de su vino Luminoso GSM, el primer blend argentino compuesto por las variedades Garnacha, Syrah y Monastrell, típicas de la región del Ródano, en el sur de Francia.
Quince años atrás, Madaiah Revana, un prestigioso cardiólogo, que luego de completar sus estudios de medicina en la Universidad de Mysore, en el sur de la India, emigró a Estados Unidos, donde lleva más de 40 años de servicio en Houston, Texas, llegó a la Argentina y tuvo un amor a primera vista con sus vinos y con Mendoza. “Amo el Malbec; amo a las personas con las que me encontré en la Argentina y sigo deslumbrado por la imponencia de la Cordillera de los Andes. Hoy disfruto el hecho de tener mi propia bodega aquí, pequeña, pero capacitada para hacer muy buenos vinos”, expresó a LA NACION el emprendedor sobre las razones que lo impulsaron a invertir lejos de su lugar de residencia.
Y con una mirada a la distancia de lo conseguido en las siete hectáreas adquiridas, sin cultivos, a The Vines of Mendoza en noviembre de 2008 –recientemente sumó 1,2 hectáreas más con las primeras cepas de Marsanne y de Roussanne cultivadas en esta IG– reconoció sentirse muy afortunado de poder ser parte de la historia del vino argentino: “Nunca imaginé lo que estoy viviendo hoy, el encontrarme en Mendoza, compartiendo este logro de presentar diez añadas de Luminoso, un vino que es el primero en su tipo para la vitivinicultura de la Argentina. Es una sensación impresionante”.
Cristian Moor, que en diciembre de 2016 se incorporó a Corazón del Sol como jefe de Enología y Viñedos y que en febrero último legó ese cargo a Luciano Bastias para asumir la función de Estate Director de la bodega, dio más detalles a LA NACION sobre Luminoso GSM. “Este es un tipo de blend que suele gustarles a todos, ni muy liviano, ni muy pesado, sino con un cuerpo medio en boca y con una gran complejidad en nariz. Tanto la Garnacha como el Monastrell son cepas sin mucha concentración de taninos, pero que, aromáticamente, son muy intensas y muy distintas entre sí. La primera es el aporte de frutos rojos, frutilla e higo, mientras que la segunda es el toque especiado, en tanto que el Syrah, que también tiene aromas intensos, le da estructura al corte. Es un blend muy bien diseñado, donde cada cepa juega un papel protagónico para hacer un todo redondo”, explicó el licenciado en Enología de la Universidad Juan Agustín Maza.
Agregó que las tres cepas cofermentan en pequeños tanques de acero inoxidable y luego se añejan en barricas. Este último proceso fue variando con el paso de los años, tanto por el tipo de barricas utilizadas como por el tiempo, que comenzó siendo de 24 meses para las tres primeras añadas y que después pasó a 14 meses entre 2014 y 2018, y a 12 meses entre 2019 y 2021, añada ésta última que fue un extra en la cata vertical, dado que aún no salió al mercado. “Estos cambios fueron parte del aprendizaje sobre un blend que nadie había hecho antes en la Argentina. Fuimos reconociendo que las variedades mediterráneas no se llevan tan bien con la madera nueva y por eso fuimos bajando la proporción de madera nueva y de meses de añejamiento, decantando actualmente en el uso de fudres sin tostar y en 12 meses de añejamiento. Después, como lo hacemos con todos los tintos, Luminoso GSM pasa al menos un año en botella porque tras el fraccionamiento nosotros consideramos que el vino atraviesa un pequeño estrés y tarda un tiempo en volver a balancear su alta carga de polifenoles”, detalló el enólogo.
También se fue modificando la composición del blend, que en las tres primeras añadas se formó con partes iguales de las tres cepas y que luego fue variando según el desarrollo de las uvas cada año, pero con la Garnacha como cepa predominante, y el proceso de vinificación, que en 2011, 2012 y en 2013 se hizo en la bodega de The Vines Mendoza, para pasar, desde 2014, a las instalaciones propias de Corazón del Sol.
La Toscana, donde todo comenzó
La historia del doctor Revana con la vitivinicultura se comenzó a escribir en 1996. “Luego de participar en una subasta en Burdeos, Francia, donde pude probar vinos espectaculares, un amigo italiano me llevó a la región de la Toscana y me invitó a probar un Chianti Classico. Quedé fascinado, no solo con el vino, sino con el viñedo. Ahí supe que quería dedicar parte de mi tiempo a esta actividad e, incluso, estuve a punto de invertir en una propiedad en Italia, pero como no era muy práctico para mí, volví a Estados Unidos, y en 1997 decidí hacer la inversión en Napa, en Santa Elena, California, en una porción chica de tierras, poco más de 11 acres –unas 4,5 hectáreas–, donde no había nada plantado y donde arrancamos de cero con la implantación de vides, particularmente de Cabernet Sauvignon”, contó sobre la que hoy es la bodega Revana Estate, que tuvo su primera vendimia en 2001.
La lógica de arrancar de cero cubriendo la tierra con vides se repitió en 2005 tras la adquisición de poco más de 22 hectáreas en Willamette, en Dundee Hills, Oregon, donde su bodega Alexana hoy produce 18 variedades de Pinot Noir, además de Chardonnay y Riesling, entre otras cepas, y en 2008, en el Valle de Uco, donde gestó su tercera bodega, Corazón del Sol.
La particularidad del emprendimiento en las tierras del Malbec fue la decisión de destinar parte de la superficie adquirida a cepas no tradicionales para la región, como Garnacha, Syrah y Monastrell. Ante la pregunta de LA NACION sobre qué razones lo llevaron a cultivar estas cepas, Revana contó que antes de decidir la compra de las tierras le preguntó a Santiago Achával, reconocido enólogo argentino que era consultor de The Vines of Mendoza, si aceptaba también ser consultor de su proyecto. “Después de que aceptó mi ofrecimiento me aconsejó plantar estas variedades típicas del Ródano porque encontró similitudes en las características de los suelos, con perfiles muy pedregosos, como los de la región francesa. Recuerdo bien que le dije: Nadie hizo esto antes en la zona, hagámoslo”.
–¿Lo sedujo el riesgo?
–Exacto, fue excitante pensar que estábamos comenzando algo que hasta ese entonces nadie había hecho en la Argentina.
Esa fue la piedra fundacional de la primera versión argentina del blend GSM, que vería la luz tras la primera vendimia de Corazón del Sol, en 2011, e, incluso, fue el origen de buena parte de las estacas de Garnacha y de Monastrell que luego fueron llevadas a otras regiones de Mendoza y de la Argentina.
Revana explicó que detrás de la decisión de invertir en esta zona de Mendoza no estaba la premisa de una búsqueda de rédito económico, “sino la pasión que me genera la actividad y la búsqueda del buen vino. Sin embargo, ahora, luego de los años que llevamos desde que empezamos a plantar las primeras plantas, en 2009, los números nos comienzan a mostrar algo de rentabilidad. Pero, insisto, ese no era el objetivo por el que opté venir a la Argentina. Yo, y quienes trabajan conmigo, lo que queremos es hacer vinos de mucha calidad y poder disfrutar ese camino que en las tres bodegas ya nos llevó a figurar en varias oportunidades entre los mejores vinos del mundo según las críticas de las principales publicaciones dedicadas al mundo del vino, como Wine Spectator, Wine Advocate, y del propio Tim Atkin”.
En opinión de Revana, la Argentina es un productor de vinos de alta calidad. “Hoy veo con satisfacción que Mendoza está logrando promocionar muy bien sus vinos en el mercado internacional”, destacó. Una parte importante de la producción de Corazón del Sol, que oscila de 70.000 a 80.000 botellas por vendimia –la bodega tiene capacidad para procesar 110.000 litros– va a Estados Unidos, donde su propietario tiene un Club Privado de Vinos. “Allá aman el Malbec, eso como hecho principal, aprecian los vinos elegantes y de calidad. Pero con el paso del tiempo y de las añadas, de a poco van ganando popularidad y aprecio estas nuevas variedades que les presentamos, con cepas más relacionadas con el sur de Francia, pero producidas en suelos argentinos”.
Ya con 18 etiquetas distintas, los primeros logros conseguidos por Corazón del Sol en Los Chacayes desde mucho antes de que el Instituto Nacional de Vitivinicultura otorgara la IG a la región, en 2017, no modificaron el rumbo establecido por Revana: “Mi objetivo no cambia y es hacer siempre el mejor vino posible. Deseo que sigamos apuntando a la calidad y a mantenernos como un emprendimiento boutique, que no busca ser masivo, sino destacarse”.
Pasiones, trabajo en equipo y legado familiar
En el diálogo con el doctor Revana, LA NACION le preguntó: ¿cómo conviven sus dos pasiones, por un lado, la cardiología, donde le procura bienestar a sus pacientes a través de la medicina, y, por el otro, la vitivinicultura, donde trabaja también para brindarle bienestar al consumidor a través del vino?
–Esas pasiones son muy similares. Yo presto mucha atención de cuidar de mis pacientes y, también, de hacer vinos de gran calidad. Todo es parte de la misma filosofía, de brindarle al otro –paciente o consumidor de vinos– lo mejor que uno puede dar.
–¿Qué valor le da a la formación de equipos de trabajo y a que esos equipos puedan llevar adelante la filosofía que usted pregona?
–La gente marca la diferencia. Siempre. Contar con personas apasionadas por lo que hacen, sea en agronomía, en la bodega, en las ventas o en cada área de la empresa hace a la diferencia y a la calidad que perseguimos. Por eso pongo mucha atención en la calidad humana de quienes se suman a nuestros equipos de trabajo.
–Corazón del Sol está en transición hacia la agricultura orgánica y sus viñedos en Estados Unidos también tienen certificaciones ambientales. ¿Qué valor le da a hacer una agricultura sustentable con el ambiente?
–Necesitamos respetar y preservar la naturaleza. Considero importante y necesario hacer una agricultura sustentable e ir hacia el no uso de pesticidas. Tanto es así que tenemos como objetivo lograr la certificación como productores orgánicos en las tres bodegas.
–La industria del vino hoy no se agota en la venta del vino, sino que apunta a acciones que le brinden una experiencia completa a consumidores y a turistas. ¿Cómo evalúa esta tendencia hacia la hospitalidad en el ámbito de las bodegas?
–Es extremadamente importante todo lo que se pueda hacer para que quienes llegan hasta Corazón del Sol disfruten de una experiencia inolvidable, desde que se los recibe y hasta que se los despide. Estas acciones también deben marcar la diferencia y reflejar nuestra pasión por lo que hacemos, al igual que nuestros vinos. Por eso considero relevante invertir en hospitalidad.
–¿Qué le diría al consumidor argentino para que le de una oportunidad a los vinos de Corazón del Sol?
–Que son vinos hechos por personas que sentimos pasión por el mundo del vino y por cada actividad que hacemos a diario, de forma de cuidar de la manera más amable posible nuestros viñedos, nuestros vinos y nuestras marcas. Desde una bodega que tiene una pequeña producción, toda esa pasión es la que esperamos poder transmitirles a los consumidores a través de nuestros vinos.
Más allá de haber emigrado de la India a Estados Unidos a principios de los ‘70, la cultura india continúa presente en el trabajo del doctor Revana. Tanto es así que para denominar e ilustrar la etiqueta del vino rosado de la Bodega Corazón del Sol, hecho 100% con Garnacha, eligió la flor Padma, que es la flor nacional de la India. “En la India se respeta mucho a las flores y la flor del Padma es muy importante para nuestra cultura, además de ser muy bella. Hoy, poder evocarla y mostrar su belleza a través de uno de nuestros vinos es algo maravilloso para mí”, destacó.
–¿Cuánto hay en la decisión de dedicar parte de su vida a la agricultura, de aquel niño que creció en una pequeña granja en el sur de la India?
–Creo que estaba en mi genética hacer esto hoy. Yo crecí en el campo haciendo agricultura en muy pequeña escala con mi familia. Por aquel entonces, incluso de niño, tenía muy clara mi meta, que era estudiar en un nivel alto y llegar a ser un doctor exitoso que lograra hacer la diferencia con su servicio a los pacientes.
–Hoy, a la distancia, ¿qué consejos le daría a ese niño que crecía en medio de las tareas rurales?
–Sigue tus sueños y haz lo que te apasiona; siempre presta atención, mantén la cabeza abierta y nunca te rindas. Eso es lo que le diría a aquel niño que fui, pero, también, es lo que le digo a los jóvenes de hoy.
–Por sus conocimientos médicos, ¿el consumo de vino es bueno para la salud?
–Sí, tiene propiedades benéficas y eso está demostrado por estudios médicos. Pero ante esta pregunta me gusta expresar que el consumo responsable de vino no es solo bueno para el corazón, el cerebro, el sistema digestivo o el físico en general, sino que el vino es bueno para el alma, hace crecer el alma del ser humano, por eso lo recomiendo, pero, una vez más, solo si su consumo es moderado.
Una región agreste y en pleno desarrollo
A diferencia de otras regiones productoras de Mendoza que arrastran un amplio bagaje de estudios y análisis sobre las relaciones de los cultivos con el suelo, el entorno natural y con las diversas variables climáticas, en Los Chacayes hay mucho por investigar y muchas conclusiones por sacar. En esa tarea está también el equipo de Corazón del Sol.
“Ese estudio en los cinco bloques en los que se dividen las hectáreas en producción es muy importante para saber cómo manejar los viñedos sin que sufran y con plantas que se desarrollen lo más alegremente posible. Ya hace 3 años que estamos trabajando de manera orgánica –tras el período de transición, en 2024 lograrían la certificación orgánica– y eso también cambia mucho el panorama, con una vid que empieza a tener otra expresión y con plantas salvajes que aparecen en los viñedos. Eso nos interesa mucho, porque expresa la región tal cual es en su mayor punto natural”, explicó Moor.
Y en esa faena de poder ir sumando experiencias y de entender cómo se relacionan las variables ambientales con las plantas, el enólogo contó que el trabajo se concentra en ver qué necesita cada planta. “Nuestra unidad de estudio es la planta y se hacen todos los trabajos en el viñedo en función de lo que necesita cada planta. Por esto le damos mucho valor a la gente que trabaja en los viñedos, porque lo viene haciendo desde hace mucho tiempo y porque hicieron propia la misión de estar delante de la planta para ver qué necesita, en función de las premisas que nosotros les pedimos, qué poda necesita, qué deshoje o desbrote requiere. Buscamos que nuestros trabajadores, y que nosotros mismos, hagamos todas las tareas a conciencia. Esa es una fortaleza que tenemos como empresa, un capital humano que trabaja a conciencia. Para todos nosotros lo importante es la vida de la planta, que se sienta cómoda y que así logre generar uvas de excelente calidad. No nos sirve sobreexigir una planta para que nos dé la mayor cantidad de uvas posibles en una temporada si eso termina con la muerte de la planta. Queremos que viva lo más cómoda posible y la mayor cantidad de tiempo posible”, enfatizó.
Los viñedos de Corazón del Sol están a 1100 metros sobre el nivel del mar, sobre suelos de origen aluvional. Al respecto, el Estate Director de la bodega detalló que “cerca del Arroyo Grande los suelos, en su mayoría, tienen mucha piedra y canto rodado; también tenemos un bloque más arenoso, con arcilla, y otro con arena, piedra y carbonato de calcio. Esto nos permite cultivar Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Fran, Garnacha, Monastrell, Syrah, Marsanne, Roussanne y Viognier”.
Agregó que la IG donde hoy se cultivan cerca de 3000 hectáreas tiene unos 12 kilómetros de longitud y atraviesa la ruta 94, que va desde Los Sauces hasta el Manzano Histórico, con una pendiente que promedia el 4,5%, que hace que el aire frío vaya hacia abajo y que las temperaturas debajo de 0 no se estacionen en un lugar, lo que constituye un beneficio importante para evitar el riesgo de heladas.
“Si bien la región es diversa en cuanto a suelos, climas, varietales clásicos y menos usuales para el país, tiene un hilo conductor con algunas cuestiones que la caracterizan: lo salvaje, con aromas típicos que responden a su flora autóctona, relacionados con el mentolado y con el eucalipto, que suman un carácter herbáceo que nos encanta porque hace a la tipicidad del lugar y porque se traduce en vinos especiados, y, algo más difícil de encerrar en un término: la energía que uno siente cuando prueba un vino de Los Chacayes, por la acidez y por la potencia de los taninos, que es distinta a las de otras regiones”, describió Moor.
Además de su trabajo en Corazón del Sol, el enólogo preside la Asociación de Productores de Los Chacayes y lleva adelante con su esposa, Teresita Barrio, el emprendimiento familiar Moor Barrio Wines, al que denomina “bodega bonsai” porque –dice– tiene todo lo que tiene una bodega grande, pero en miniatura, para una producción que ronda las 1000 botellas por año. “Además de la pasión que sentimos por hacer vinos, este es un modo de poder transmitirle a mis hijas –Josefina, Elena, Amparo y Sofía, que llegará en abril– los valores que tiene el trabajo en esta actividad, como el respeto por la naturaleza, el sacrificio, la responsabilidad y el compromiso. Todos valores que uno procura inculcarle a los hijos y que con este emprendimiento lo podemos hacer con el ejemplo y con la práctica”, concluyó.
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